Modelos de Ministerio en la Historia de los Evangélicos en México

Modelos de Ministerio en la Historia de los Evangélicos en México
(1853-1876).

Rev. Joel Sierra-Cavazos, 1988.

Introducción
Se han hecho múltiples intentos de reconstrucción histórica del inicio de la obra evangélica en México partiendo de puntos de vista denominacionales. Sin embargo, la historia nos muestra una situación compleja, en la que se entretejen las tradiciones evangélicas de varias denominaciones, y que prueba que la cooperación es crucial para la misión.
Es necesario entender el contexto social de México en los años de la Reforma constitucional de los liberales. Debemos contemplar al menos cinco factores al estudiar la historia espiritual de los evangélicos mexicanos de ese período.
Para empezar, después del fin de la guerra de independencia, la joven República Mexicana se liberaba del dominio político de España y caía en las redes de la economía inglesa. Las puertas del país se abrieron a la inmigración de extranjeros que se dedicaban a negocios prósperos en las ricas tierras mexicanas. Muchos traen consigo su interés religioso sin deseos de afiliarse al catolicismo romano.
En segundo lugar, el fervor evangelizador de las primeras décadas del siglo XIX en Inglaterra y Estados Unidos dio origen a la formación de diversas sociedades misioneras.
Además, estos avivamientos religiosos impulsaban a individuos piadosos a realizar hazañas misioneras de manera independiente.
Como cuarto factor, la proximidad geográfica de México y Estados Unidos une las historias de ambos países en episodios muy significativos. Algunos de los soldados estadounidenses que entran a México en la guerra del 47-48 introducen Biblias, que quedan esparcidas por los poblados.
Finalmente, los reportes que estos soldados llevan al norte sobre la condición moral, social y espiritual del pueblo mexicano alimentan el fervor misionero de algunos individuos y sociedades interesados en la evangelización.
No es éste un tratado sobre las ventajas o desventajas del denominacionalismo. Más bien es un intento de volver a ver este período histórico contando con los reportes misioneros como fuentes primarias. La definición denominacional bautista en México tiene su origen en este período y el relato de este momento histórico se usa hoy en día con el propósito de alimentar el orgullo denominacional. Sin embargo, como veremos, la entrada del Evangelio en México no fue logro de una denominación, sino obra del Espíritu en la conjunción de diferentes factores que trabajaron como en un equipo. La historia es elocuente, y las lecciones que de ella aprendemos son de importancia vital.

1. La entrada de la Biblia
A. El trabajo de las sociedades bíblicas
La Sociedad Bíblica Americana (American Bible Society) tiene el honor de ser la primera agencia evangélica que introdujo la Biblia en México. El dato más temprano que tenemos es de un cargamento de quinientas Biblias y Nuevos Testamentos que entró por Matamoros, en el Golfo, en 1828. En 1834 se introdujeron Biblias en Tejas, región que por aquellos años estaba recibiendo muchos inmigrantes estadounidenses. En 1838, en medio de los sangrientos años de la ambigua república de Tejas, entraron ahí 400 Biblias más. El mismo año hubo un envió de 500 evangelios de Mateo en español a la ciudad de México. En 1841 un comerciante estadounidense introdujo 550 Biblias por Mazatlán, en el Pacífico. Este hombre estaba comisionado por la Junta Presbiteriana. En 1845 entraron 100 Biblias al estado de Tabasco, y se reporta que los marines estadounidenses apostados en Veracruz también introdujeron Biblias.
En los reportes de la Sociedad Americana de Tratados (American Tract Society) encontramos que en 1853, bajo la dictadura de Santa Anna, se distribuyeron más de 20,000 páginas de material bíblico en Acapulco. Los responsables fueron el Capitán W. Borrowes, el Reverendo Mr. Hinchman, y un nativo llamado Carlos Díaz. Al mismo tiempo, por Tampico entraban 45,000 páginas bíblicas distribuidas por A. Kirchner y Miss Mary Ann Chase.

B. Miss Melinda Rankin
En el período inicial de la obra en México, el nombre de Melinda Rankin es de los más importantes. Ella era una dama de Nueva Inglaterra muy entusiasta de las causas evangélicas, así como de las causas federalistas de la Unión Americana. A finales de la década de los cuarentas la vemos en Missouri, donde recibe una vocación de Dios para evangelizar a México. Los reportes de los soldados sobre la pobre condición económica, moral y espiritual de la sociedad mexicana le dan el impulso definitivo y parte hacia el ahora estado de Texas en 1852.
Las condiciones políticas del país le impiden entrar, de manera que pasa la mayor parte de su ministerio entre los mexicanos de Texas, y en varios puntos del estado funda escuelas cristianas. El personaje que Rankin representa en este período de la historia es muy singular. Siendo mujer, era abanderada de los derechos femeninos en la sociedad estadounidense en aquella temprana fecha. Además, siendo federalista, sostenía principios de abolición de la esclavitud que eran mal vistos entre los tejanos anglosajones. Además de lo anterior, como representante de la American and Foreign Christian Union, recibía autorización para llevar a cabo educación cristiana, evangelización y distribución de material bíblico en la región. Su área de trabajo fue Brownsville, en la frontera con Matamoros, la mayor parte del tiempo. Contaba con un talento especial para conseguir donaciones y muy pronto ganó prestigio entre las sociedades misioneras. A sugerencia suya se envió a México el primer agente de la Sociedad Bíblica Americana, Rev. R.P. Thompson. Thompson llegó hasta Monterrey, teniendo su base en Brownsville, donde Miss Rankin recibía los envíos de Biblias. Al estallar la guerra civil de los Estados Unidos en 1862, Thompson regresó a Texas, pues también en México había guerra contra Francia, y las condiciones no eran favorables para el protestantismo en el país.
La guerra civil estadounidense condujo a un hombre singular hacia Brownsville. Santiago Hickey, quien por su lealtad a los principios abolicionistas fue obligado a abandonar Texas, habría de relevar el trabajo de Thompson y unirse al equipo evangelizador que funcionaba desde Brownsville liderado por Miss Rankin.

2. Las Primeras Comunidades
A. James Hickey
Nacido en Sligo, en la costa oeste de Irlanda, Santiago Hickey creció católico romano desde su nacimiento el 23 de septiembre de 1800. Su interés por la religión era evidente. Entró al seminario católico romano en Maynooth, al oeste de Dublín. Sin embargo dejó el catolicismo y se casó con una dama protestante que junto con una tía de HIckey influenció al joven a convertirse al anglicanismo. Hickey estudió teología, esta vez en la escuela de la Iglesia de Inglaterra, y sirvió como ministerio independiente en Limerick, al centro-sur de Irlanda. Tuvo una hija durante ese ministerio. Al poco tiempo su esposa murió y él emigró con su hija a Canadá y los Estados Unidos. Trabajó por treinta años como misionero independiente en Pennsylvania, Maryland, Missouri y Texas. La motivación para ira a México le fue creciendo al saber, por los reportes de los soldados, que el catolicismo tenía al país en una condición miserable. En Texas trabajó como agente de la Sociedad Americana de Tratados y es allí donde aprendió español. Se dice que en 1853 entró a México a predicar el evangelio. Llegó hasta Durango, donde fue expulsado violentamente por la turba dirigida por los curas. Las puertas de México estaban todavía fuertemente cerradas en ese año, y el sentimiento nacional hacia los gringos no propiciaba el mínimo resultado.
Posteriormente, las leyes de Reforma de 1857 dieron libertad al pueblo para escoger otro culto, y Santiago HIckey insistió en entrar al país. Esta vez se asoció al equipo que trabajaba desde Brownsville, predicando fervientemente a los mexicanos de la zona. Cuando el gobierno de Texas lo expulsó por ser abolicionista, entró a Matamoros, y en la primavera de 1862 llegó a la ciudad de Monterrey siendo predicador independiente. Fue hasta febrero de 1863 cuando recibió su contrato con la Sociedad Bíblica Americana. A la manera de los predicadores itinerantes de la tradición de Wesley, montado en su caballo llamado “toby” recorría el norte del país incansablemente a pesar de su edad. En Monterrey predicó los domingos 1 y 8 de marzo en una casa a media cuadra de la plaza frente a la catedral. Esos fueron los primeros discursos protestantes que se oyeron en Monterrey.

B. La iglesia de Monterrey
El domingo 19 de abril de 1863 Hickey estableció una doble congregación. Predicaba en español por las mañanas y en inglés por las noches. La persecución les obligaba a cambiar de lugar de reunión cada semana. Sin embargo Hickey pronto logró formar un grupo fiel que se reunía atraído por la piedad simple y alegre de este irlandés. En enero de 1864, Hickey bautizó a tres personas (entre ellas, Tomás Westrup) . Fue así que se fundó la primera iglesia evangélica de México con cinco miembros . Hickey impuso las manos a Westrup para que sirviera como pastor. Hickey continuaba viajando, hasta que en diciembre de 1866, al ir recoger otro cargamento de Biblias en Matamoros, murió el incansable evangelista, dejando una obra misionera adelantadísima en el norte del país.
La iglesia de Monterrey no fue producto del trabajo de alguna agencia denominacional, como ya hemos visto. El grupo fue creciendo poco a poco. Los hermanos estaban unidos en principios evangélicos que dieron al grupo un ambiente de cooperación no denominacional durante los primeros cinco años.

3. La definición denominacional
A. Thomas Westrup
Un inglés de apellido Butler residía en Monterrey. Su profunda devoción inspiraba a sus amigos (entre ellos, Thomas Westrup). Antes de su encuentro con Butler, Westrup no mostraba interés en asuntos religiosos. Nacido en Inglaterra y criado en México, Westrup se dedicaba en compañía de su padre a la vida de los negocios.
Las Biblias enviadas desde la frontera y los puertos iban germinando en corazones sensibles como Westrup. Al parecer, Butler conocía a Hickey de antemano. Cuando supo que HIckey estaba en Matamoros, Bultler le invitó a venir a Monterrey para orientar a un grupo de amigos interesados en la Biblia. Westrup nos habla de su encuentro con HIckey:
Yo estaba fascinado con las enseñanzas y los libros del hermano Hickey, aunque él había sido criado como episcopal, y realmente era ignorante en cuestiones denominacionales y teológicas…
A la muerte de Hickey, la Sociedad Bíblica contrató a Westrup como su agente en México. Uno de los principios fundamentales de la Sociedad Bíblica era el de mantener la obra evangelizadora en un nivel no-denominacional. Sin embargo, la definición denominacional parecía inquietar a Westrup. En algunos de los viajes misioneros que realizó, Westrup bautizaba a los convertidos, estableciendo así comunidades de creyentes.
Inicialmente para Westrup la manera de realizar el bautismo no parecía ser tan relevante. Es interesante que en uno de sus viajes misioneros, en 1868, Westrup bautizó a cuarenta personas mediante el derramamiento de agua sobre la cabeza del bautizado. Esto ocurrió en Villa de Cos, Zacatecas. En ese año las convicciones denominacionales de Westrup todavía no estaban bien definidas. Cuando Miss Rankin le pidió que escribiera su confesión de fe (como requisito de rutina para pedir más ayuda económica en el norte de los Estados Unidos), Westrup declaró (1869):
Todos los convertidos mexicanos admitimos tres modos de bautismo: aspersión, inmersión y efusión (derramamiento de agua sobre la cabeza)…la importancia no está en el modo.
Dos meses después, Miss Rankin recibió otra carta en la que Westrup declaraba que los mexicanos habían decidido hacerse bautistas. Además, la carta expresaba que
…de ahora en adelante, las iglesias mexicanas practicarán inmersión solamente, y tendrán comunión sólo con los que así sean bautizados.
El grupo formado por Hickey sufrió una división debido a la clara y firme definición denominacional de Westrup.

B. La Herencia Espiritual de Westrup
Cuando Miss Rankin regresó del norte de los Estados Unidos, visitó Monterrey indignada por las noticias de comunión cerrada en la iglesia. Rankin escribió a la Junta Presbiteriana solicitando un ministro. La Junta envió al Rev. John Beveridge a pastorear al grupo de los que no habían sido bautizados por inmersión. Se formó así una iglesia presbiteriana. Al mismo tiempo la congregación pastoreada por Westrup se definía como bautista. Westrup argumentaba que la congregación había sido fundada por un bautista, debido a que les bautizó por inmersión. Sin embargo, la denominación de Hickey no se indica claramente en las fuentes primarias que tenemos disponibles al presente. No representaba a ninguna sociedad misionera bautista. Miss Rankin le clasificó como de los “Hermanos Libres” (Plymouth Brethren). Este grupo surgió precisamente en Irlanda e Inglaterra como un movimiento independiente dentro de la iglesia anglicana, durante los años que Hickey pastoreó como ministro independiente en Limerick. Las posiciones doctrinales de los Hermanos Libres no estaban muy definidas en aquel entonces. Bautizaban por inmersión, y mantenían una interpretación dispensacionalista de las Escrituras. Hacia la mitad del siglo XIX los Hermanos Libres se dividieron respecto a la celebración de la Santa Cena. Algunos apoyaban la idea que fuera abierta, mientras que otros enseñaban que debía ser cerrada. Según Miss Rankin, Hickey favorecía esta segunda posición.
Las noticias de un grupo evangélico que se autodenominaba bautista en México llegaron a las oficinas de la American Baptist Home Mission Society en 1869. Inmediatamente esta sociedad invitó a Westrup a viajar a Nueva York para ser entrevistado. Westrup acudió, y después de un concilio eclesiástico en el cual dio razón de sus creencias, le ordenaron como ministro bautista. Westrup había renunciado recientemente a su cargo con la Sociedad Bíblica, ya que ésta le requería discreción en cuanto a temas denominacionales.
Así parecía terminar la corta carrera cooperativista de los bautistas en México. Luego de su ordenación, Westrup acompañó al Rev. Halsey Knapp en una misión especial a España. La sociedad bautista de misiones domésticas le contrató como misionero general en México. Cuando regresó a Monterrey, la iglesia estaba en pobres condiciones. En julio de 1870 Westrup reorganizó la iglesia con once miembros.
Westrup trajo consigo una modesta imprenta, con la que publicaba desde Monterrey un periódico mensual, “El Mexicano Bautista”. El trabajo de Westrup requería continuos viajes. El hermano visitaba las poblaciones vecinas, tratando de mantener en pie las iglesias que se habían formado identificadas con principios bautistas.
De manera que en este período se estableció entre los bautistas una manera de identificarse que permanece hasta el presente entre los evangélicos. Consiste en encontrar la identidad en oposición a la gran mayoría católico romana y también en contraste con los otros grupos evangélicos.

4. Una Nueva Etapa
La rebelión armada encabezada por el general Treviño desde Monterrey en la primera mitad de los setentas obstaculizó el trabajo religioso. La sociedad misionera bautista retiró su apoyo en 1875. Westrup se refugió en Texas. El año 1876 marcaría el inicio de una nueva etapa. Porfirio Díaz subió al poder y comenzó una dictadura “pacífica” que sacó a la sociedad mexicana del atraso casi colonialista en que estaba inmersa, para meterla en la lucha revolucionaria de 1910.
Westrup regresó en 1876 y el apoyo misionero se reforzó en 1881. Los años siguientes verán la consolidación de la autoridad doctrinal y eclesial de Westrup. Tradujo himnos del inglés al español, algunos de los cuales todavía siguen usándose. De hecho pudiéramos afirmar que su mayor contribución al Protestantismo de América Latina son sus traducciones y compilaciones de himnos. Al final de su vida decidió cambiar de denominación, como si todavía estuviera buscando respuestas. Específicamente el tema del lugar del bautismo es lo que lo orilló a unirse a la Iglesia de Cristo, que coloca un énfasis especial en el bautismo para la salvación. La Iglesia de Cristo de Monterrey lo considera uno de sus fundadores.
A. Hickey y Westrup, dos talantes religiosos
Hickey y Westrup son las dos figuras más prominentes en los primeros años de la historia bautista mexicana. Dos hombres del siglo XIX que enfrentaron los retos de su tiempo en el escenario religioso de Texas y el norte de México. En el México católico romano, la lucha por establecer presencia evangélica era un asunto de libertad religiosa. Por lo tanto, estos hombres fueron parte de la transformación de la sociedad mexicana.
Hoy sabemos poco de estos hombres. Un poco más de Westrup y casi nada de Hickey. El carácter de las iglesias bautistas mexicanas se formó bajo la fuerte influencia de Westrup durante los años del porfiriato. Al estudiar la historia, vemos aspectos positivos sobre los que hay que construir, y además hemos de evaluar sus imperfecciones para evitarlas el día de hoy.
Es significativo que ambos hombres eran originarios de las islas británicas. Desafortunadamente, algunos mexicanos tienden a ver “más verde el otro lado de la cerca” y valoran más los modos extranjeros de liderazgo y trabajo, especialmente en lo religioso. En la hagiografía bautista de México, las figuras nativas son generalmente aquellos que de alguna manera reprodujeron el modelo extranjero lo más exactamente posible. Entre los nuevos líderes espirituales de la nueva fe Protestante, el idioma inglés tomó el lugar del latín como dialecto ‘espiritual’.
Aunque los dos nombres son importantes para referirse a la identidad bautista en México, en realidad ha prevalecido sólo el ejemplo de Westrup. Su legado espiritual consiste en poner en primer lugar una estricta definición doctrinal en relación a las ordenanzas. Aunque terminó sus días creyendo en el bautismo regenerativo, en el período que nos ocupa, el bautismo de creyentes era para él la marca distintiva de la verdadera iglesia, sin concesiones respecto al modo: por inmersión. Él desarrolló un ‘landmarkismo’ propio, y lo enseñó a la nueva generación de líderes como preparación para la llegada de los misioneros de la Convención Bautista del Sur.
El talante de Westrup equipara la salvación a un cambio de ideas. Dejar la iglesia “romanista” y venir a ver la luz era la invitación de los Protestantes. Esto produce iglesias mucho más interesadas en la doctrina que en la transformación de vidas. La comunión cerrada es la marca de estas iglesias cerradas. Esta es la herencia de Westrup.
El legado de Hickey, por otro lado, es uno de compromiso con la evangelización. Como colportor, luchó sin descanso para distribuir las Escrituras por todas partes. No trabajó para ninguna denominación y no buscó la fundación de trabajos denominacionales. Misionero que al cruzar la frontera del Río Brazo imaginaba que las divisiones podían quedarse atrás: Sólo deseaba cubrir la tierra con el Evangelio. Él dijo:
"Quiero llegar a ver el día cuando esta será una tierra deliciosa, en donde la justicia y la paz morarán juntas. "
Hickey representa la identidad misionera de los evangélicos en México. Un hombre preocupado con la transformación de la tierra, cuya herencia muchas veces es ignorada. Los distintos grupos nos interesamos más en la formación y consolidación de nuestros feudos, separados de los demás. El ejemplo de Hickey es de cooperación evangélica.
Durante los años de la dictadura de Porfirio Díaz, Westrup estableció su influencia en la vida y pensamiento de los bautistas en México. El día de hoy tenemos que balancear la herencia espiritual de los distintos modelos. El modelo de Westrup es de búsqueda de precisión doctrinal. El de Hickey es el modelo profético de transformación por la Palabra. El de Rankin es el modelo gestor que usa sus talentos para la administración de la obra. La preocupación por la identidad debe sumarse a la búsqueda de transformación y a la administración responsable de los recursos.

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