TRASPLANTE DE CORAZÓN.

TRASPLANTE DE CORAZÓN. Deuteronomio 5:1-21

OBEDIENCIA A NUESTRO SUPERIOR. Un sargento del ejército intentó por muchos años dejar de fumar. Después de muchos intentos le toco ir a su examen médico anual con un médico del ejército. El médico le dijo que el cigarro estaba deteriorando gravemente su salud, y que DEBÍA dejar de fumar. El sargento confesó que sabía que era su DEBER dejar de fumar y, con un tono de desesperación, contó los muchos intentos sin tener resultados.
El médico se le quedo mirando fijamente, y le dijo: ¿Sabe usted qué significan estas 2 barras en mi solapa? El sargento contestó; Significa, que usted es capitán. Contestó el sargento. En efecto, dijo el capitán. También significa que en jerarquía estoy por encima de usted, y voy a darle la orden directa DE DEJAR DE FUMAR, DESDE AHORA. Aquel hombre fue a su casa, y nunca más volvió a fumar. Lo que no había logrado por muchos intentos y ocasiones, pudo lograrlo cuando comprendió el poder de una orden directa de un SUPERIOR. Fue bien adoctrinado por el ejército, y no violaría una orden.

Como comandante en Jefe, Dios nos ha dado órdenes en este texto, y si las tomamos en serio como este sargento tomó su orden de dejar de fumar, nos sorprenderá cómo Dios transformará nuestra vida. En el entendimiento de los mandamientos de Dios, 2 son los factores básicos para entender su aplicación:

I.- LA IMPORTANCIA DEL CORAZÓN
“No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni desearás la casa de tu prójimo, ni su tierra, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni ninguna cosa que sea de tu prójimo. Deuteronomio 5:21
Codicia. La palabra tiene varios matices de significado:
(1) El deseo de tener algo (1Cor. 14:39 “Por tanto, hermanos míos, anhelen(codicien) el profetizar”)
(2) El deseo desordenado de tener algo (Lucas 12:13- 15 “Uno de la multitud Le dijo: "Maestro, dile a mi hermano que divida la herencia conmigo." ¡Hombre! le dijo Jesús, "¿Quién Me ha puesto por juez o árbitro sobre ustedes?" También les dijo: "Estén atentos y cuídense de toda forma de avaricia; porque aun cuando alguien tenga abundancia de bienes materiales, su vida no consiste en sus bienes")
(3) el deseo excesivo de tener lo que pertenece a otro (Deuteronomio 5:21).
Ejemplos notables de quienes codiciaron en este sentido son:
Acán. “Pero los israelitas no obedecieron la orden con respecto a lo que estaba consagrado a la destrucción. Un hombre de la tribu de Judá llamado Acán, tomó algunas cosas de lo que estaba consagrado a la destrucción (Josué 7)
Saúl (1 Samuel 15:9. “Saúl y sus soldados se sintieron mal de destruir todo, así que le perdonaron la vida a Agag, pero se quedaron con lo mejor del ganado, las mejores ovejas y los carneros. Se quedaron con todo lo que valía la pena y destruyeron lo que no tenía mucho valor.
Ananías y Safira, La reputación de Bernabé (Hechos 5:1-11 “Había un hombre llamado Ananías, su esposa se llamaba Safira. Él vendió un terreno que tenía, pero entregó sólo una parte del dinero a los apóstoles y se quedó con el resto. Su esposa sabía lo que había hecho y estuvo de acuerdo”)

Codiciarás/Desearás – El asiento de la acción descansa en la actitud del corazón. Por eso, no nos sorprende que el último mandamiento señale hacia adentro. Todos esos asuntos de comportamiento externo (mentir, robar, adulterio, deshonra, idolatría) comienzan con la corrupción interna. Es allí donde radica la raíz del problema y es allí donde debe ser confrontado. Veras, a fin de cuentas, Dios no se preocupa tanto con el cumplimiento a secas. Le interesa el compromiso.
Es por eso que Dios casi nunca ejerce autoridad de jure (la autoridad que posee por derecho divino de creación – la autoridad de poder). Usualmente Dios (bendito sea) ejerce autoridad de facto. Esa es la autoridad que le devuelvo cuando reconozco que es mi obligación servirle porque El es Dios.

Este es compromiso voluntario, no cumplimiento basado por obligación. Así que, la PRIMERA palabra para CODICIAR ES: Hamád. raíz primaria; deleitarse en, amor, codiciable, codiciar, desear, estimar. Y se enfoca en mi vocabulario de actitud, mi motivación interna. Si tengo mi corazón en el lugar debido, nunca violaré este mandamiento. Si no lo está, lo violaré sin levantar una pestaña o un dedo.

Para no codiciar se necesita tener un CORAZÓN REDIMIDO. Hay en la Biblia más de 800 referencias al corazón. Una vista de ellas refleja un patrón claro: Todas ellas señalan de manera consistente hacia una sola y sencilla verdad: el corazón representa el centro unificador de toda la existencia de la persona. Es el que establece la dirección a todas las relaciones de nuestra vida, es la vertiente de todos nuestros deseos, pensamientos, sentimientos, de nuestro actuar, y de toda expresión de la vida. Resumiendo, el corazón es el “mini – yo”, él o lo que tiene a mi corazón, me tiene a mí de forma total.
Por eso, Dios dirige estas palabras a toda personas: “Dame hijo (a) mía, tu corazón” Prov. 23:26. Dios da una palabra a nosotros y la dirige al corazón, porque el corazón es el punto central de la religión, es decir, de la vida misma. Porque toda la vida es religión, porque toda persona modela su vida conforme a propósitos escogidos, centra su vida en una lealtad que escoge, deposita su seguridad en algún poder en el cual ejerce su confianza.
La religión centrada en el corazón es el aspecto responsivo de nuestra relación de pacto con Dios, de ahí que involucra todo, de él “mana la vida” (Prov. 4:23), el corazón es el pivote sobre el cual gira la totalidad de la vida.
En Cristo, Dios, nos habla en el lenguaje del corazón, ahí es donde se revela la lealtad última de nuestra vida, y acentúa esta verdad cuando dice: “Porque dónde esté vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón” (Mt. 6:21). Así como un buen árbol lleva buen fruto, y un árbol malo fruto malo, así es con el corazón del hombre. El corazón es decisivo en establecer el curso de acción para la vida como un todo. El Señor lo expresa así:” El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Lc. 6:45; Mt. 12:34)

La fe misma, como el acto espiritual de compromiso que avanza incondicionalmente hacia Dios, está en el corazón, como dice Pablo: “Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación” (Rom. 10:10)
El señor Jesucristo es desafiado por sus críticos para señalar el Primer mandamiento, el señor Jesús cita Deuteronomio 6:5 “Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas”. En base a este texto la enseñanza cristiana de hoy ha dividido al hombre en términos de “Cabeza, corazón y mano” (que son más términos psicológicos). La “cabeza” es identificada con el intelecto, el “corazón” con las emociones, y la “mano” con la voluntad.
Entonces se llega a la equivocada conclusión: Lo que necesitamos hoy es menos conocimiento de “cabeza” y más conocimiento de “corazón”, que están queriendo decir: menos enseñanza de doctrina y más de enseñanza de inspiración. Otros creyentes enfatizan la “cabeza” (intelectualismo), y otros el “corazón” (emocionalismo), y aun otros la “mano” (activismo); pero la Biblia, con el concepto de corazón, ¡enfatiza, los 3!
Dios no trata a la persona “por partes”, él trata con el hombre total, el hombre en su existencia total está ante el ojo de Dios, y es en el corazón donde se expresa los deseos más profundos de la persona, por ello, aquel que entrega su corazón a Dios, le entrega toda su vida. La totalidad de la vida humana pertenece a Dios, lo que come, lo que habla, lo que hace, la forma de ganarse la vida, de pagar sus cuentas, sus relaciones sexuales, la forma en que ora, la manera en que escucha los sermones del pastor…!todo es de Dios! Barth decía: El corazón representa al hombre en una cáscara de nuez, al hombre total; no solamente el centro de su actividad, sino la suma de todo, el corazón es el centro del alma, el punto del cual proviene la vida del alma”

¿Te parece este un mandamiento increíblemente imposible? Puedo controlar mis acciones externas. Puedo no robar, ni mentir, ni cometer adulterio, no deshonrar a mis padres o a Dios. Eso tiene que ver con disciplina. ¡Pero ahora Dios me ordena a controlar mis pensamientos! ¿Acaso es broma? ¿Cómo puedo hacerlo? ¿Qué debo hacer cuando vea a una persona atractiva o un bien tentador? (Una sección de la T.V, anuncia “Chicas malas.. muy malas, y también Chicos malos…muy malos)
¿Cómo puedo gobernar mi deseo de éxito, casa o cualquier cosa que otra persona pueda tener? ¿En verdad espera Dios que ejerza control mental? La respuesta es “Si.”
¿Recuerdas que Dios dijo que Sus mandamientos no son demasiado difíciles para nosotros? Entonces, ¿Cómo fue que llegamos a un lugar donde creemos que nuestros pensamientos esta mas allá del alcance del yugo espiritual?
Quizás comenzó con la separación de la mente (razón) del cuerpo (acción). Quizás es porque nuestra perspectiva racional griega percibe las emociones como salvajes e incontrolables (así que caemos en pecado, etc.) Quizás porque en un mundo donde la razón se considera el criterio del ser humano, permitimos que la mente reine con pensamientos libres como si este fuere una virtud en sí. Los orígenes filosóficos no importan, desde el punto de vista de Dios, el resultado es terrible.

Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” 2 Corintios 10:3-5
El Apóstol responde a esta acusación utilizando extensamente una metáfora militar, afirmando que aunque andamos en la carne (es decir, participa de la existencia humana normal, con todas sus limitaciones), no militamos según la carne (es decir, empleando medios meramente humanos y dudosos). Por el contrario, las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas.
La palabra fortalezas es una alusión a las torres o las murallas elevadas que se utilizaban en las batallas antiguas, pero aquí significa argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios. Fue por la proclamación del evangelio (que incluyó el razonamiento y la discusión en un esfuerzo por quitar las falsas barreras levantadas contra la verdad) que Pablo intentaba superar la resistencia de las personas, a fin de llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo. La imagen utilizada aquí es la de una fortaleza que es sitiada, y aquellos que se protegen tras sus murallas son tomados cautivos. El propósito de Pablo no es sólo demoler falsos argumentos, sino también llevar los pensamientos de las personas a someterse al señorío de Cristo.
Un pasaje como éste nos recuerda que el CRECIMIENTO cristiano involucra una batalla por la mente. Los argumentos falsos deben ser demolidos, para que las personas puedan rendirse a la verdad del evangelio y encontrar la vida bajo el señorío de Cristo.

¿Será cierto que lo que dejemos entrar en la mente influirá de manera determinante en nuestra vida? Jaime Rouse, un estudiante que en noviembre de 1995 entró a una escuela y con un rifle mató a una compañera y a un maestro dijo: “Yo pensaba que la música violenta ni afectaría mi mente, que no era débil de mente…pero la verdad es que todo el tiempo me afectaba. Si puedo decir qué fue lo que influyó en mí para hacer esa barbaridad, mi respuesta es: La música que incita a la violencia.

El mismo hecho que Dios dio este décimo mandamiento quiere decir que somos responsables de nuestros pensamientos y que pueden ser cercados por el gobierno de Dios. ¿Qué otra cosa podrá haber querido decir Pablo cuando nos ordeno llevar todo pensamiento cautivo? Significa que en a medida que sometamos a El nuestra voluntad, mente, emociones y decisiones, El remplaza esos deseos que violan el mandamiento con deseos que vienen de Él.
“Ocupaos es vuestra tu salvación con temor y temblor,” dice Pablo. Cualquiera que ha intentado lidiar con los monstruos internos del deseo sabe lo cierto que es. Es por la gracia de Dios que Pablo agrega rápidamente, “pues es Dios quien obra en ti.” Sin Él, la batalla está perdida. Afortunadamente, la armadura de Dios está equipada justo para esa batalla. Afortunadamente, Pablo no es griego, aunque implora para la transformación por la renovación de nuestras mentes, definitivamente toma una perspectiva hebrea para esta tarea.
Esto quiere decir que las acciones vienen antes que las palabras y las obras antes que los pensamientos. No controlo mi mente pensándolo. La mentalidad de atacar el fuego con fuego solo nos quema a todos. O el dicho de la computación: “Basura entra; basura sale” Sigan procurando su salvación con temor y temblor. No se trata aquí de miedo. Pablo acaba de recordar el sacrificio de Cristo y saca esta conclusión fíjense bien donde ponen los pies (ese es el sentido de temor y temblor como quien lleva una carga frágil). Vivan en la presencia de Dios, sean conscientes de que Dios actúa en ustedes por medio de esos buenos deseos que les vienen.
El escritor Tony Campolo cuenta: Estaba en una iglesia en Oregón, y allí oré por un hombre que tenía cáncer. A mitad de la semana recibí una llamada de la esposa de aquel hombre. Usted oró por mi esposo, él tenía cáncer… ¿Tenía?, pensó, ¡Gloria a Dios!, Dios contesta mis oraciones. Pero al otro lado de la línea dijo la mujer: Murió. El se sintió muy mal.
No se sienta mal, dijo la mujer. Cuando él entró a la iglesia ese domingo estaba lleno de odio y enojo. Ya se le había diagnosticado el cáncer, en etapa Terminal, sabía que moriría en poco tiempo y estaba muy enojado con Dios. Tenía sólo 58 años y quería ver a sus nietos. Pedía al dios Todopoderoso que lo sanara, y como no pasaba nada, se la pasaba en la cama maldiciendo a Dios. Mientras más crecía su enojo, nos trataba de manera más cruel, era horrible estar en su presencia. Pero ese día que oró usted por él, recibió un nuevo corazón, la paz llegó a él y su vida se llenó de gozo, y con ello la nuestra.
Tony, estos últimos días de su vida fueron los mejores de toda la familia. Hemos cantado juntos, hemos leído la Biblia juntos, hemos orado, juntos… han sido días maravillosos. Le llamó para agradecerle que rogara por mi esposo para recibir sanidad en su corazón.
El décimo mandamiento es imposible sin un trasplante de corazón. En el mundo de Dios, los trasplantes de corazón son la opción eficaz. ¿Estás listo a someterte al bisturí?


II.- EL TRASPLANTE DEL CORAZÓN

“No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni desearás la casa de tu prójimo, ni su tierra, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni ninguna cosa que sea de tu prójimo. Deuteronomio 5:21

La segunda palabra es: hamad = DESEAR, y también se enfocan en mi vocabulario de actitud, mi motivación interna. Si tengo mi corazón en el lugar debido, nunca violare este mandamiento. Si no lo está, lo violaré sin levantar un una pestaña o un dedo. `awad, raíz primaria; desear algo:-codicia, codiciar, codicioso, desear, deseo, incitar, querer, vehemencia.

Una cirugía es la opción, pero la cirugía es una operación sangrienta. No importa cuán bien preparado te encuentres, es peligroso, doloroso y pone en riesgo la vida. La operación de Dios para crear un corazón nuevo con la actitud correcta no es menos difícil. El viejo corazón ha irrigado esos deseos por tu corriente sanguínea por mucho tiempo. Es adicto al último arranque de lujuria. Negárselo no es fácil. Pero podrías morir si no te sometes al bisturí. Si solo te pudieras retirar a un cuarto de hospital silencioso, bonito, equipado con la última tecnología, incrementarían tus posibilidades de sobrevivencia. Pero Dios hace los trasplantes de corazón en medio del campo de batalla. Pablo describe este quirófano muy bien.

Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne. (Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas;) Destruyendo consejos, y toda altura que se levanta contra la ciencia de Dios, y cautivando todo intento á la obediencia, de Cristo; 2 Corintios 10:3-5.
¿Comprendiste? Las armas de tácticas de guerra basadas en el sentido común son inútiles en esta batalla. Los regímenes de auto-ayuda, las restricciones externas, los cambios de camino y las mantras protectoras no surten efecto. Estas en guerra contra ti mismo, y hasta que se destruya al enemigo, la guerra no cesara. El campo de batalla esta más allá del rango de cualquier arsenal del mundo. Si Dios no libra batalla contigo y en ti, la pérdida es inevitable.

Pablo se esta refiriendo aquí a la carne como el instrumento a través del cual el pecado se lleva acabo, carne es esa debilidad esencialmente humana de la vida sin Dios. Es como si dijera: Soy un ser humano con un cuerpo como el suyo, pero yo no me dejo dominar por motivos puramente humanos. Nunca intento vivir sin contar con el respaldo de Dios. Una persona puede vivir en un cuerpo, pero ser guiada por el Espíritu Santo de Dios.
Un misionero cuenta un relato de una costumbre de una tribu de Nueva Guinea. En ciertos tiempos del año tenían danzas y cantos rituales. Tanto entraban en trance que el ritual culminaba con lo que ellos llamaban “las canciones asesinas”, en las que gritaban delante de sus diosecillos los nombres de los que odiaban y querían matar. El mensaje les fue predicado, y se convirtieron al cristianismo. Siguieron con sus fiestas anuales; pero en los cultos, ahora, las “canciones asesinas” ya no era de las personas que odiaban, sino de los pecados que odiaban y le pedían a Dios que los destruyera en su vida. Una antigua costumbre pagana fue llevada cautiva a Cristo

“Ni cosa alguna” kol. Propiamente el todo; de aquí, todo, cualquiera o cada uno (en el singular solo, pero a menudo en sentido plural):-alguna, -o, cada, nada, ninguna, toda, -as, -o, -os, y.

Un pastor comparte lo siguiente: Soy un hombre común con una sexualidad masculina normal y me he dado cuenta de que las tentaciones sexuales no han disminuido ni siquiera un poco para mí desde que cumplí los cincuenta. Solía pensar que cuando fuera mayor, en cierta forma, la sexualidad disminuiría, y que sería capaz de andar por la playa rodeado de mujeres con sus escasos trajes de baño sin que ello produjera ningún efecto sobre mí. He descubierto que no es así.
Hace años estaba dando un estudio bíblico a algunos de nuestros misioneros más jóvenes sobre 1 Timoteo 6.11 y 2 Timoteo 2.22, donde el apóstol Pablo nos exhorta diciendo: «Huye de estas cosas» … «huye también de las pasiones juveniles». Naturalmente tuve que mencionar la lujuria, y de repente me acordé que había entre nosotros un anciano de ochenta años o más. Como estábamos en un ambiente informal, me detuve y dije: «Espero con impaciencia el día en que tendré la cabeza cana como nuestro hermano y NO habré de preocuparme por la concupiscencia sexual».
Todos rieron menos el hermano en cuestión. Y antes que pudiera continuar, levantó la mano pidiendo permiso para hablar y dijo: «Joven, ese problema le seguirá toda la vida». Nuevamente todos se echaron a reír. Menos yo. Creía verdaderamente que «ese problema» desaparecería con la edad. Ahora que tengo el pelo cano sé lo que aquel hermano quería decir. «El que haya nieve en el tejado no significa que no haya fuego en el hogar».
No obstante, en Cristo tenemos victoria sobre la lujuria y las fantasías sexuales. No hay razón para vivir en una semiesclavitud mental y emocional a los deseos carnales ni siquiera en esta era de exhibicionismo sexual. Cuando el apóstol Pablo dijo que huyéramos de esas pasiones, quería decir exactamente eso: los hombres no pueden exponerse a la desnudez o semidesnudez femenina sin experimentar alguna forma de estímulo sexual. ¿Cuál es la solución? Simplemente esta: Apartarnos lo más posible de esa clase de exposición erótica.
Esto requiere autodisciplina, especialmente en lo relativo a nuestros hábitos de lectura y al tipo de programas de televisión y a los videos que miramos. Sabemos cuáles son las revistas, los libros y los programas que contienen fotografías, relatos y artículos sexualmente estimulantes, y debemos negarnos a comprarlos, leerlos o mirarlos. Hemos de recordar que el peligroso hábito de mirar, leer, comprar y codiciar aquello que no conviene conduce a menudo a matrimonios frustrados, hijos perturbados, interrupción de la comunión con Dios y vergüenza ante un mundo que espera que los cristianos lleven vidas de pureza sexual.
El escritor de Génesis describe las acciones de Eva después de conversar con la serpiente: «Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y codiciable para alcanzar la sabiduría» (v. 6). Un comentarista dice: “ahora, a los ojos de la mujer el árbol prohibido no era diferente a los demás árboles (véase Génesis 2.9), y ella deseaba la iluminación que éste le traería. Su codicia se describe en una terminología que anuncia ya el décimo mandamiento («no codiciarás»). Tanto el término «agradable» como «codiciable» proceden de raíces que significan «codiciar» (Deuteronomio 5.21; cf. Éxodo 20.17). Cuando «dio también a su marido, el cual comió así como ella», el hombre se asoció con el pecado de la mujer (cf. 6.18; 7.7; 13.1). Este último y decisivo acto de desobediencia precedió a la descripción de las consecuencias.
Obedezco el décimo mandamiento actuando con benevolencia hacia mi prójimo a costa de mi mismo. Pongo en juego justo lo opuesto de lo que sugieren mis pensamientos irrestrictos. En el momento que comprendo esto, comienzo a orar por la gracia de Dios y el bienestar irriga mi vida. Si puedo actuar con misericordia y compasión hacia esa persona, lo hago.

Hay una tendencia peligrosa en el cristianismo de hoy: el intento de llegar a la estatura de Cristo, la madurez, la vida cristiana victoriosa, SIN SER PLENAMENTE HUMANOS. Es una mentalidad muy estrecha, querer ser como Cristo, ¡sin parecerse a él! Es el anhelo de ser santos, pero no humanos. Es querer conquistar un lugar en el cielo, pero sin disfrutar la belleza de este mundo. “Guardar” los 10 mandamientos, pero sin alegría en el corazón. La humanidad de la persona queda develada cuando acepta a Dios como Padre, sólo ahí se comprende nuestra identidad, nuestro valor, nuestra esperanza, sólo ahí en esos tiernos y poderosos brazos eternos, ¡somos libres! ¿Libres qué y para qué? Libres de nuestro egoísmo, libres para hacer el bien… a todos.

Alguien dijo que los seres humanos sólo tienen 2 divisiones: Los maduros y los inmaduros. Y aunque la señal de vida en una persona es el crecimiento, muchos se estancan y obstinan en no crecer. Las señales de la inmadurez son muchas, y todas convergen al yo, he aquí algunas: rencores, prejuicios, exagerados sentimientos de inferioridad, exceso de preocupación por lo que los demás piensen de ellos, preocupación sin sentido, exceso de dependencia de los padres, rebeldía, enojo, machismo, feminismo, berrinches que ponen en evidencia la falta de carácter, críticas autodestructivas, humor chocarrero que humilla a los demás, complejo de galán o de diva, etc.
Y las señales de la madurez son: habilidad para abrirse a los demás, esta es la primera, claro, para entenderse bien con ellos, son autosuficientes, disciplinados, objetivos y realistas, discretos, diferencian bien las cosas primarias de las secundarias, son flexibles y emocionalmente estables.

¿Codicio la casa de mi vecino? Compro algo que necesita para hacerla aun más hermosa. ¿Codicio su coche? Ofrezco mis servicios para lavarlo. ¿Codicio su trabajo? Encuentro la manera de manifestar con amor mis felicitaciones por su éxito. En otras palabras, actúo contra mi vena, sirviendo a mi vecino en proporción a mi codicia. Y Dios hace la cirugía. El décimo mandamiento NO es un ejercicio de gimnasia de control mental. Es un llamado a acción. Inténtalo. Podría sorprenderte.

¿Es usted receptivo a Dios como debiera? ¿O necesita un TRASPLANTE de corazón? ¿Es usted maduro o inmaduro? No importa lo que diga, sus acciones son lo que muestran lo que verdaderamente es

“Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra” Ezequiel 36:26-27
¿Qué tal si por un día Jesús se convirtiera en usted?
¿Qué tal si por veinticuatro horas Jesús se levantara de su cama, de la de usted, anduviera en sus zapatos, viviera en su casa, y siguiera su horario? ¿Su jefe sería el jefe de Él, su madre sería la madre de Él, sus dolores serían los de Él? Con una excepción, nada en su vida cambia. Su salud no cambia. Sus circunstancias no cambian. Su horario no se altera. Sus problemas no se resuelven. Solo un cambio ocurre.
¿Qué tal si, por un día y una noche, Jesús viviera la vida suya con el corazón de Él? El corazón que usted tiene en el pecho tiene el día libre y su vida la dirige el corazón de Cristo. Las prioridades de Él gobiernan sus acciones. Las pasiones de Él impulsan sus decisiones. El amor de Cristo dirige su conducta.
¿Cómo sería? ¿Notaría la gente algún cambio? Su familia, ¿vería algo nuevo? Sus compañeros de trabajo, ¿percibirían alguna diferencia? ¿Qué tal de los menos afortunados? ¿Los trataría de la misma manera? ¿Qué tal sus amigos? ¿Detectarían más alegría? ¿Qué tal sus enemigos? ¿Recibirían más misericordia del corazón de Cristo que del suyo?
¿Y usted? ¿Cómo se sentiría? ¿Qué alteraría este trasplante en su nivel de tensión? ¿En sus cambios de ánimo? ¿En sus arranques temperamentales? ¿Dormiría mejor? ¿Vería diferente la puesta del sol? ¿La muerte? ¿Los impuestos? ¿Necesitaría menos aspirinas? ¿Qué tal en su reacción a las demoras en el trafico? (Eso duele, ¿no?) ¿Temería todavía lo que teme? Mejor todavía, ¿seguiría haciendo lo que está haciendo?
¿Haría usted lo que ha planeado por las siguientes veinticuatro horas? Deténgase y piense en su horario. Obligaciones, citas, salidas, compromisos. Con Jesús apoderándose de su corazón, ¿cambiaría alguna cosa?
Siga trabajando en esto por un momento. Ajuste el lente de su imaginación hasta que tenga un cuadro claro de Jesús guiando su vida, entonces oprima el obturador y retrate la imagen. Lo que usted ve es lo que Dios quiere. Él quiere que usted piense y actúe como Jesucristo.
El plan de Dios no es nada menos que un nuevo corazón. Si usted fuera un coche, Dios querría controlar su motor. Si fuera una computadora, Dios controlaría los programas y el disco duro. Si fuera un aeroplano, tomaría asiento en la cabina de mando. Pero usted es una persona, así que Dios quiere cambiarle el corazón.
Pablo dice: «Y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre [que es tener un nuevo corazón], creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad» (Efesios 4.23–24).
Dios quiere que usted sea como Jesús. Quiere que tenga un corazón como el de Él.
Voy a correr un riesgo. Es peligroso resumir en una sola declaración verdades grandiosas, pero voy a intentarlo. Si una frase o dos pudieran captar el deseo de Dios para cada uno de nosotros, diría lo siguiente:
Dios lo ama tal como es, pero rehúsa dejarlo así. Él quiere que usted sea como Jesús. Dios lo ama tal como usted es, pero rehúsa dejarlo así.
Dios está dispuesto a cambiarnos a semejanza del Salvador. ¿Aceptaremos su oferta? Le sugiero esto: Imaginémonos lo que significa ser como Jesús. Examinemos con detenimiento el corazón de Cristo. Pasemos algunos capítulos considerando su compasión, reflexionando en su intimidad con el Padre, admirando su enfoque, meditando en su resistencia. ¿Cómo perdonó Él? ¿Cuándo oró? ¿Qué lo hacía ser tan agradable? ¿Por qué no se dio por vencido? Pongamos «los ojos en Jesús» (Hebreos 12.2). Tal vez al verlo, veremos lo que podemos llegar a ser. Confiamos en Cristo para la salvación pero resistimos la transformación, no lo sigamos haciendo, por nuestro propio bienestar

En ocasiones Dios tiene que quebrantar una persona para poder conducirla al verdadero arrepentimiento. El pueblo necesitaba nuevas actitudes, pero no cambiarían hasta que Dios quebrantara sus corazones con la humillación, el dolor, el sufrimiento y la derrota. ¿Acaso anhela su corazón tanto a Dios como para cambiar aquellas áreas que le desagradan a Él? ¿O tendrá Dios que quebrantarlo?

Dios transformará nuestra vida. En el entendimiento de los mandamientos de Dios, 2 son los factores básicos para entender su aplicación:

I.- LA IMPORTANCIA DEL CORAZÓN
“No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni desearás la casa de tu prójimo, ni su tierra, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni ninguna cosa que sea de tu prójimo. Deuteronomio 5:21

II.- EL TRASPLANTE DEL CORAZÓN

“No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni desearás la casa de tu prójimo, ni su tierra, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni ninguna cosa que sea de tu prójimo. Deuteronomio 5:21

Comentarios

Entradas populares de este blog

NOÉ, UN PADRE QUE CONFIÓ EN DIOS.

UNa teología de ls emociones

¿Me he hecho vuestro enemigo por decirles la verdad?