El Futuro del Ministerio Pastoral

El Futuro del Ministerio Pastoral –
Los Tres Criterios

Congreso UBLA Lima 2009
pastor Joel Sierra Cavazos, México.

Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús. Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros. 2 Timoteo 2:1-2 .

Nuestro Maestro Jesús nos ha advertido contra afanarnos por el día de mañana, y nos invita a descansar en él, sin preocuparnos por el futuro. Así que hay que entrar a este tema con esa advertencia. No conocemos a detalle el futuro. Lo que sí sabemos con certeza es que el reino que comenzó con la primera venida de Jesús a la tierra será consumado con su Segunda Venida, y esa esperanza nos llena de fuerza para laborar en nuestro presente. Es la fuerza de la primera generación de cristianos, que creyeron y vivieron como si fueran la última (cf. Lucas 9:27), y de esa forma impulsaron el cristianismo hasta el tercer milenio. En cierta medida depende de nosotros que el cristianismo dure otros dos mil años más.
El apóstol Pablo parece sugerir que sí podemos afectar de alguna manera a las siguientes generaciones de líderes en la iglesia, cuando explica que la gracia de Cristo Jesús se ha de enseñar con miras al futuro, hasta la tercera y la cuarta generación. Además, es un motivo de oración muy normal, preocuparse y ocuparse de las siguientes generaciones de siervos y siervas de Cristo. Hace cien años mi abuelo paterno era pastor bautista en el norte de México. Con seguridad él oraba por sus hijos y los hijos de sus hijos. Ellos se enfrentarían a un mundo muy diferente pero con la misma fe y la misma promesa que el Señor estará con nosotros todos los días hasta el fin del mundo.

Consideraciones preliminares
Hay al menos tres posturas inadecuadas al pensar en el futuro del ministerio pastoral. La primera sería imaginarnos que el ser fieles significa no hacer ningún cambio en absoluto. Nuestro deber es preservar el estilo, la forma, las estrategias y las ideas con que ministraron nuestros abuelos en su momento. Sacarlos de la vitrina de la historia y repetirlos en el mundo cambiante del mañana. Sería algo así como guardar el Vino Nuevo en odres viejos. Equivale a una falta de respeto al pasado. Ante esto, vale la pena escuchar lo que el historiador francés Jean Delumeau ha dicho sobre el futuro del cristianismo:
Si la humanidad tiene todavía un periodo de tiempo importante ante sí, quiere decir, al ritmo actual de las innovaciones, que la esperan grandes cambios y que las religiones, y en especial el cristianismo, no podrán mantenerse inactivas. Necesariamente deberán deteriorarse o renovarse. Por tanto, es preciso un proyecto radical de encarnación y aceptar que su organización actual no es inmutable. No se puede ser joven y viejo al mismo tiempo.

La segunda postura errónea sería adoptar todo lo nuevo como si fuera lo mejor. Es sucumbir a la tentación de convertir el ministerio pastoral en una expresión más de las técnicas gerenciales más vanguardistas. Es hacer de la iglesia una copia de la empresa o el negocio, con sus estructuras de liderazgo eficientes y novedosas. Es abandonar lo esencial del liderazgo evangélico y volver a los modelos faraónicos y absolutistas contra los que primero se manifestó la liberación de Dios. Es olvidar que vivimos en realidades de escasez e injusticia que nos desafían a presentar modelos de liderazgo y de iglesias más acordes con las Buenas Nuevas del reino de Dios. Equivale a una falta de respeto al presente. Aunque todo está cambiando, sabemos que hay una sola cosa que no cambia y nunca cambiará: eso es la Gracia de Dios, que nos ha de mantener alejados de todos los aires de grandeza. Es como si Dios cantara ese verso de la canción del chileno Julio Numhauser:
Pero no cambia mi amor
Por más lejos que me encuentre
Ni el recuerdo ni el dolor
De mi tierra y de mi gente…

La tercera postura sería paralizarnos por el miedo al futuro, y convertir nuestra actitud al futuro sólo en un fatalismo apocalíptico y nada más. Es no tener confianza en las siguientes generaciones. Equivale a una falta de respeto al futuro. Es como condenar a nuestros hijos e hijas al reino del miedo y cerrarnos a toda posibilidad de novedades y transformaciones vivificantes de la iglesia que ellos y ellas vivirán y de su ministerio. El Dr. Samuel Escobar nos contagia su esperanza:
Si ésta es la realidad no podemos ser comunidades que se contagian del pesimismo general, iglesias con mensajes apocalípticos que esperan con ansiedad el fin del mundo y se meten en el convento mental de una actitud sectaria. No podemos ser comunidades que temen al cambio y tiemblan ante el futuro. Si el Espíritu de Dios mora en nosotros y nos transforma y nos llena venimos a ser como luz en las tinieblas, sabemos que se vive en una época difícil, pero sabemos que Dios tiene la última palabra. Y confesamos que a veces nos invade la incertidumbre, entonces doblamos la rodilla y aún entre gemidos pedimos al Espíritu que interceda por nosotros.

Los tres criterios
El ministerio pastoral del futuro comienza el día de hoy, y ha de enfrentarse a un mundo distinto y cambiante que también comienza el día de hoy. De manera que creemos que se debe practicar siguiendo los mismos tres criterios que rigen el ministerio pastoral de todas las épocas. Ha de ser ministerio pastoral sacerdotal, profético y katajólico.
I.- Ministerio Pastoral Sacerdotal
Aquí estamos diciendo que es necesario que hablemos el mismo idioma que nuestro pueblo. Es lo que llamamos contextualización. Existe el riesgo de malinterpretar la contextualización como simplemente la traducción de recursos. Ahora parece que la contextualización está de moda. El mercado la usa para ganar más consumidores por todo el mundo. Las papitas fritas también pueden ser “contextualizadas” por las compañías transnacionales para asegurar su dominación económica sobre formas y productos locales. ¿Estamos hablando del mismo fenómeno aquí? ¿Es la contextualización del ministerio cristiano sólo asunto de encontrar una mejor manera de preservar la dominación cultural de Occidente sobre el resto del mundo? Después de todo, ¿no somos participantes locales de una fe global? ¿No deberíamos manifestarlo por medio del uso continuado de recursos provenientes de Europa y Norte América, aunque traducidos a nuestro lenguaje?
Con todo, ¿no hemos sido enriquecidos todos por materiales traducidos provenientes de todas partes del planeta, incluyendo el Occidente próspero? Todo depende del porcentaje de material usado que proviene de afuera, y de las actitudes con que esos recursos traducidos se usan. La mayor parte del material usado en el ministerio debería ser producido originalmente en la lengua del contexto en el que se sirve. El interés principal de las iglesias debe ser poder hablar el mismo lenguaje que el mundo para poder ser siervos relevantes del mensaje de Dios al pueblo.
Tenemos ministerio pastoral de tipo sacerdotal cuando representamos a nuestro pueblo ante Dios y a Dios ante nuestro pueblo. Este puente entre Dios y el pueblo se construye mejor cuando nuestro lenguaje lírico, musical y teológico se adapta a nuestro medio ambiente. Además, cuando reflejamos que somos parte de nuestros pueblos con todas sus implicaciones éticas, sociales, e históricas.
El Verbo se hizo carne—lo que significa ser contextualizado
La contextualización del Evangelio no es un elemento accesorio del ministerio. Es absolutamente esencial por razones teológicas. Dios se hizo un ser humano. Las palabras tremendas e indescifrables pronunciadas por el Creador para llenar la tierra con formas de vida se hicieron comprensibles a los humanos por medio de un Ser Humano que aprendió a hablar un idioma humano. El ministerio que no está contextualizado en su lenguaje y formas es una ramificación de la Cristología Gnóstica: De alguna manera, nuestra cultura simplemente no puede ser receptáculo del Verbo de Dios. JesuCristo no pudo haber sido un ser humano verdadero.
Sin embargo, como seres humanos no dejamos de hablar un idioma humano cuando conocimos a Dios. Como lo dice Stuart McIntosh en un ensayo publicado por el Seminario Evangélico de Lima, Perú:
…no dejamos de hablar según el idioma y jerga de nuestro pueblo cuando llegamos a ser creyentes. Por lo tanto, ¿no podemos también tomar la herencia de nuestro pueblo y transformarla para la gloria de Dios?

La contextualización del mensaje cristiano es indispensable para la Misión. El teólogo católico romano filipino Anscar Chupungco, quien ha trabajado extensamente la relación entre Evangelio y cultura, explica cómo los cristianos primitivos tenían que hacer adaptaciones en los primeros siglos:
La iglesia primitiva, por otro lado, no sólo enseñó, también hizo las adaptaciones necesarias en sus ritos litúrgicos. Para que su liturgia pudiera comunicar la fe de la iglesia, esta fe tenía que ser expresada con palabras, ritos y símbolos familiares. Era necesario hacerse identificablemente encarnado; esto es, tenía que encarnarse en el medio ambiente cultural de los fieles.

Desde los primeros tiempos de la iglesia ha sido así y todavía hoy es necesario para ser leales a las implicaciones teológicas y misiológicas de la encarnación de Dios.
Dimensiones sacerdotales del ministerio
Hace años en una consulta teológica sobre el tema de la Teología y la Cultura, realizada en el puerto de Veracruz, México, la pregunta surgió sobre la contextualización de la adoración: ¿Cómo adorar a Dios y también expresar plenamente nuestra cultura? La respuesta del orador provocó las risas de todos los presentes: Bueno, contextualizar nuestra adoración no significa que el pastor de Veracruz va a predicar en guayabera y a acompañar los himnos con el arpa y la marimba…
Al paso del tiempo, la misma pregunta todavía sigue viva por todo el mundo de habla española y portuguesa. Es indispensable que reflexionemos sobre este asunto. Si no es en Veracruz, entonces ¿en qué parte del mundo fuera de América Latina hemos de ver a pastores usando guayaberas? Y si no es en América Latina, entonces, ¿dónde se escucharán las marimbas y las arpas haciendo música para el Creador de toda raza, lengua y nación?

Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón… (Deuteronomio 6:5). Así dice la ley de Dios. Para poder cumplir este mandamiento debemos pensar en dos aspectos:
1. Dios no quiere ser amado sólo con la mitad del corazón, sino con todo. Amar y adorar a Dios con todo el corazón requiere dos cosas: Primero que nada, estar en contacto con nuestro contexto. Sólo entonces, como un segundo momento, traerle al Señor TODO lo que somos. Somos la suma de nuestras circunstancias, como lo decía Ortega y Gasset. Esto obviamente incluye aspectos culturales, tales como hábitos, lenguaje, cosmovisión, así como también todo lo que el momento histórico particular que vivimos implica, sus riesgos y peligros, y sus palpitaciones de esperanza.
2. Tampoco nos pide Dios que le amemos con corazones prestados o extranjeros. Dios dice: “TU corazón.” No hay necesidad de tomar prestado un corazón, la sensibilidad de otras culturas, para expresar lo mucho que amamos a Dios. Dios nos dio un corazón propio. Este corazón palpita con su propio ritmo. Vibra con sus propios acordes, y es capaz de expresarse con su propia sensibilidad. Así que Dios manda ser amado con TODO NUESTRO corazón.
En fin, si creemos en la encarnación de Dios en JesuCristo, debemos apreciar más nuestro contexto. Tenemos frente a nosotros una declaración teológica gigantesca: El Verbo era Dios, y se hizo carne. Primero decimos que Dios ha existido en el principio (lo cual implica que Dios existía desde antes del principio) como el Logos. Esto significa que Dios en esencia ha estado dispuesto a ser entendido. Dios ha sido Verbo. La declaración no dice: “En el principio era el enigma, o En el principio era el acertijo.” Como Logos, Dios ha revelado una decidida intención comunicativa. Se trata de un Verbo que puede ser entendido por toda cultura, ya que no hay civilización sin lenguaje.
En la encarnación, Dios tomó un contexto humano particular (Palestina en el primer siglo). Dios no quedó sólo como un mensaje divino en el abstracto, sino que adquirió el contexto de un galileo del primer siglo. Si examinamos nuestro contexto empezaremos a hacernos conscientes de todo lo que implica. Lo que constituye nuestra ubicación geográfica, la forja y los retos de nuestro momento presente, y la situación espiritual de nuestro tiempo, ahora y en el futuro también.
Las primeras generaciones de evangélicos latinoamericanos aprendieron de sus maestros misioneros europeos y norteamericanos que casi todo estaba mal en sus contextos locales. Casi todas las expresiones culturales que representaban un aprecio por lo Latinoamericano se catalogaron como menos que espirituales y de dudoso valor devocional. Los nuevos evangélicos latinoamericanos han comenzado a apreciar el contexto local y a afirmarlo en su ministerio de manera sacerdotal.

El trabajo inacabado de la contextualización
Cualquier iniciativa dirigida hacia la sana contextualización del Evangelio en América Latina debe valorar la gran riqueza de espiritualidad presente tanto en la tradición hispánica como también en la herencia indígena y africana. Estudiar cuidadosamente el misticismo español, aún una evaluación respetuosa de la contribución de Ignacio de Loyola a la renovación, así como una actitud atenta hacia los poemas de Netzahualcóyotl, el rey poeta de Texcoco, y de los métodos y logros misioneros de los frailes del siglo 16, todo esto es parte de una ‘conversión a la cultura’ de la que hablaba Orlando Costas. Cuando conocemos a Cristo, nuestra conversión debe llevarnos a una serie subsecuente de conversiones. Debemos convertirnos también a nuestra cultura, para ser misioneros entre nuestro pueblo, portadores de un mensaje que cruza toda frontera humana. Algunos elementos Latinoamericanos que pueden enriquecer el ministerio pastoral evangélico para hacerlo más sacerdotal son:
• El uso de recursos musicales regionales. El ensamble de instrumentos musicales que pertenecen a la cultura y que han estado tradicionalmente excluidos de la iglesia.
• El sentido de ‘fiesta’. Celebración gozosa especialmente durante la Cena del Señor y el Bautismo, para enfatizar la maravilla de la gracia de Dios para cada situación de nuestra vida.
• Elementos visuales y el uso de colores en la casa de oración. Colores vivos en la iglesia como recordatorio de la diversidad, de la creatividad explosiva y del efecto de la luz en las cosas, así como Jesús es la luz del mundo y llena toda la existencia con sus colores.
• El uso de símbolos como objetos y actos especiales. Por ejemplo, en las bodas, el uso de arras de promesa como símbolo de los recursos de Dios y de un lazo como símbolo de lo sagrado de la unión matrimonial.
• El sistema de compadres, que se origina en la práctica del bautismo de bebés. Los padres seleccionan—y honran—amigos para que sean sus compañeros en la tarea de la paternidad. Esto crea una relación especial de amistad profunda que los bautistas no hemos sido capaces de incorporar en nuestra experiencia.
• Participación comunal con el vecindario. En México, ‘tequio’ es el concepto de colaboración para hacer posible un banquete del pueblo. La palabra viene del náhuatl tekitl, que significa trabajo. Este concepto puede emigrar a otras áreas de la vida del vecindario. ‘Tequio’ es el compromiso con el vecindario y hace mucha falta pues muchas iglesias viven aisladas como dentro de burbujas, personas desconectadas de su mundo.
• La instrucción de Jesús a sus misioneros: no llevar bolsa ni alforja. Quiere decir, identificarse con el pueblo, entrenarse en el vivir al día en cuanto a lo económico, como la gran mayoría de nuestra gente.
• Participar en las dinámicas sociales del pueblo. Como Oscar Arnulfo Romero decía de sus sacerdotes, que habían que sufrir las mismas tribulaciones que el pueblo que pastoreaban.
Estos son algunos elementos de la realidad de América Latina que generalmente han sido expulsados del ministerio evangélico porque no eran parte de la cultura del misionero. Lo que se presupone es que la cultura Latinoamericana es completamente pagana y que no hay nada bueno en ella. Sin embargo, Dios ha estado presente en nuestras tierras, aun antes que los primeros misioneros evangélicos llegaran. Esto es el punto de partida hacia un esfuerzo de contextualización que nos lleva toda la vida. Sesenta años antes de la llegada de los conquistadores españoles y de su empresa misionera, Netzahualcóyotl escribía poemas dedicados al ‘Dador de la Vida’ (Ipalnemohuani). Él llegó a conclusiones sorprendentes acerca de la necesidad absoluta de tener una relación con este Señor, el ‘Dador de la Vida’. En sus poemas podemos sentir su búsqueda de Dios:
Con flores escribes, ¡Dador de la Vida!
Con cantos das color.
Con cantos sombreas a los que han de vivir en la tierra.
Después, destruirás a águilas y tigres.
Sólo en tu libro de pinturas vivimos
Aquí sobre la tierra.
Sólo allá en el interior del cielo tú inventas tu palabra, Ipalnemohuani.
Por todas partes él es invocado,
Por todas partes venerado.
Se busca su gloria, su fama en la tierra.
Él es quien inventa todas las cosas.
Él es quien se inventa a sí mismo.
Dios, Moyocoyatzin (El que se inventa a sí mismo)
No en parte alguna puede estar la casa del Inventor de sí mismo.
El que lo encuentra tan sólo sabe bien esto:
Él es invocado, a su lado, junto a Él
Se puede vivir sobre la tierra.
Sólo como si entre las flores buscáramos a alguien
Así te buscamos nosotros que vivimos aquí sobre la tierra.

II.- Ministerio pastoral profético
Mientras que la tarea de contextualización todavía es un reto para la mayoría de las iglesias evangélicas en América Latina, al menos alguna forma de confrontación contra-cultural está más presente en el discurso y la práctica de las iglesias. La mayor parte de los evangélicos se ven a sí mismos como yendo contra la corriente de una mayoría ya sea Católico-Romana, idólatra-pagana, o simplemente secularizada-pagana.
La identidad Evangélica clásica en América Latina podría agruparse alrededor de dos temas gobernantes. Uno es la renuncia de toda clase de superstición, con la adopción de una cosmovisión moderna que incluye la libertad de conciencia, la democracia, y el valor del individuo. Aunque en tiempos recientes se han difundido entre grupos evangélicos prácticas religiosas populares que han importado el elemento mágico presente en el Catolicismo popular hacia grupos protestantes, el ideal filosófico moderno fue integrado en la identidad evangélica desde hace cuatrocientos años. El otro tema es una reacción lo más fuerte posible contra el Catolicismo Romano. Una iglesia bautista de Monterrey quitó todas las cruces decorativas de sus bancas bajo el argumento de que se veían “muy Católicas”. Encender una vela en el culto puede interpretarse como un acto de idolatría. La mayoría de las iglesias no observan el Adviento o la Cuaresma, y hay algunas que ni siquiera celebran la Navidad o la Semana Santa porque “son fiestas católicas”. Esto se puede explicar con razones históricas.
Los primeros misioneros Evangélicos que vinieron a México ya estaban trabajando entre mexicanos en los territorios que habían sido quitados a México en 1848. Ellos vieron su
trabajo en México como una extensión de su trabajo en la ‘Frontier’. Por muchos años el trabajo de varias denominaciones Evangélicas en México (así como en Cuba, Haití y Puerto Rico) era administrado por su Sociedad de Misiones Domésticas. Ser Evangélico en México ha significado, al menos en parte, adoptar la identidad cultural de quienes ganaron la guerra mexico-americana. La evangelización de México fue parte del mismo proyecto misionero doméstico. Se llevó a cabo bajo los mismos presupuestos subyacentes: ‘Esta gente ha sido conquistada y necesitamos enseñarles a ser buenos ciudadanos.’
Por lo tanto la identidad Evangélica ha tenido un fuerte elemento contra-cultural desde el comienzo. En este sentido, es más común encontrar esta segunda dimensión del ministerio pastoral, la profética. Este mensaje ha estado presente en el discurso, en himnos y sermones que han formado una ética de confrontación y resistencia contra la ‘corriente del mundo’.
Entre vosotros no será así—caminar contra la corriente
Creemos que Cristo no fue simplemente producto de su cultura. Él desafió a su propia cultura y también a todas las culturas humanas. Aunque no se reveló a sí mismo aparte de un contexto cultural particular, Jesús fue enviado por Dios a este mundo. Él instruyó a sus discípulos a abstenerse de las influencias del mundo que llevan hacia la opresión y la muerte. Los gobernantes del mundo se enseñorean sobre sus súbditos. Entre vosotros no será así… (Lucas 22:25-26). El ministerio pastoral profético implica una mirada crítica intencional hacia el mundo que nos rodea. Hemos de ser profetas que llaman a nuestro pueblo al arrepentimiento. Con sus palabras y con su estilo de vida sano de buen testimonio principalmente para su familia.
El ministerio pastoral profético ha de ejercitar el discernimiento para identificar esos elementos culturales que son inadmisibles para la Nueva Creación. En su estudio de los ritos bautismales primitivos, Chupungco dice:
Ya que el cristianismo rechaza todo eclecticismo, mira críticamente a la cultura. Hoy en día lo llamamos contra-cultura. En el campo de la liturgia, la iglesia no sólo da la bienvenida a la cultura; también la censura. La iglesia entiende que aunque toda cultura tiene belleza y nobleza, no todo lo cultural puede asimilarse en el ministerio litúrgico.

La adoración cristiana se centra en la proclamación del Señorío de JesuCristo. En la confrontación contra-cultural, la adoración se vuelve más ética que litúrgica, y toca más directamente en las vidas cotidianas de los adoradores. El Dr. Chris Ellis lo ha dicho así:
Pero la confesión es más que una simple declaración teológica. Afirmar el señorío de Cristo tendrá consecuencias en la autoridad, la conducta, la identidad comunal y las maneras de ver al mundo—consecuencias que concuerdan con cada uno de nuestros valores litúrgicos.

De manera que el ministerio se convierte en un asunto serio de confrontación con la cultura. Hay muchos aspectos de la cultura Latinoamericana que deben ser juzgados por el Evangelio y las iglesias deben estar alertas para denunciarlos en su ministerio. La iglesia se ha de convertir en una congregación de profetas que denuncian los males de la sociedad y al mismo tiempo anuncian las buenas intenciones de Dios para este mundo.

Dimensiones proféticas del ministerio
Definitivamente hay una relación lógica entre el primero y el segundo criterio del ministerio. Para poder dirigirnos a nuestro contexto con la autoridad de profetas que hablan en Nombre de Dios, debemos primero hablar el lenguaje de nuestro contexto. De manera que podemos decir que para ser buenos profetas hemos de ser primero buenos sacerdotes. La crítica contra-cultural debe fundarse sobre los cimientos de la adaptación y el aprecio por la cultura.
En la historia de los evangélicos latinoamericanos ha habido una nota clara de crítica contra-cultural. Principalmente en lo referente a la familia, y a la ética sexual y del trabajo. Sin embargo, en muchas ocasiones los Evangélicos hemos sido considerados por la mayoría de la población simplemente como desadaptados culturales que ciegamente han adoptado la cultura de los misioneros. Además, no hemos tenido mucho qué decir al respecto de nuestras historias políticas. Hasta donde yo sé, nunca hubo un pronunciamiento de los bautistas condenando la matanza de estudiantes en México en octubre de 1968.
Han habido excepciones honorables que han dejado su marca en la vida cultural de América Latina no como excéntricos raros sino como participantes importantes en las artes, las leyes, los estudios sociales, la literatura, la ciencia y el desarrollo de las naciones Latinoamericanas. Sin embargo, las excepciones sólo confirman la regla: la gran mayoría de los bautistas latinoamericanos necesitamos una relación más sana con el contexto.
El pacto de Lausana en su párrafo 10 toma el tema de la contextualización del Evangelio. Apunta que toda cultura humana tiene aspectos buenos, porque los seres humanos somos parte de la buena creación de Dios. Sin embargo, también menciona la existencia de ‘aspectos demoníacos’ en cada cultura, como resultado del pecado humano. Por lo tanto, el Evangelio transforma y redime las culturas, para que puedan expresar más nítidamente las intenciones de Dios en JesuCristo.
Es necesario identificar aspectos de nuestro contexto que deben ser confrontados. El materialismo consumista de las clases acomodadas, la indiferencia de todos hacia el sufrimiento de los pobres, la intemperancia y el abuso de sustancias, la mentira, la infidelidad libertina, la negligencia e irresponsabilidad—estos sólo comienzan una lista preliminar.

El trabajo permanente de confrontación contra-cultural
Los Evangélicos latinoamericanos han incorporado y asumido la dimensión contracultural del ministerio. Formó parte de la agenda misionera al principio y debe seguir siendo un elemento importante en nuestro ministerio. Hay que confrontar el machismo, el alcoholismo y abuso de sustancias, la violencia en la sociedad y en la vida familiar, la superstición e ignorancia, el fatalismo y el sentido de conformismo al destino, y la corrupción generalizada.
Estamos tocando la relación entre el ministerio y la ética social cristiana. Como lo ha indicado Edward Schillebeeckx, hemos de definir la ética cristiana como lo que surge de la necesidad de una práctica política que no abandone su dimensión mística.
Nuestro compromiso hacia la transformación de nuestros barrios y ciudades en América Latina comienza con involucrarnos en la vida de nuestros vecindarios. Este compromiso nace de la experiencia de adoración. El activismo social separado del encuentro espiritual comunitario con el Señor Resucitado resulta en beneficencia condescendiente y estéril. Pero la visión profética de una Nueva Sociedad, la posibilidad del Shalom verdadero que se revela y se proclama como comunidad por el Espíritu en adoración es la fuente de transformaciones profundas y poderosas como resultado del involucramiento activo e inspirado de cristianos y cristianas en sus contextos.
Las iglesias cristianas en posiciones sociales ventajosas deben ejercitar esta dimensión del ministerio y convertirse en comunidades proféticas que desafían los presupuestos comunes sobre la vida y sobre Dios en sus propios contextos y que provocan la transformación social en respuesta a la llamada de Dios desde el futuro.

III.- Ministerio pastoral katajólico
El ministerio cristiano no es solamente una bendita afirmación del contexto humano como resultado de la elección amorosa de Dios por este planeta para la encarnación del Verbo eterno. No es solamente una confrontación valiente a las estructuras morales opresivas y a elementos culturales que sirven a los propósitos de la muerte. También es una experiencia transcultural.
El tercer criterio con que realizamos el ministerio pastoral es una proclamación de la naturaleza internacional, inter-racial, multicultural y anti-sectaria de la iglesia cristiana. Compartimos la adoración de Un Dios y la profesión de Una Fe, que es la misma a través de culturas y más allá de las fronteras humanas políticas, sociales y denominacionales.
El corazón de esta profesión es la proclamación de la Trinidad, la naturaleza divino-humana de Jesús y la unicidad y exclusividad de JesuCristo como salvador y Señor del universo. Esto no es mero capricho dogmático sino la base de lo que proclama el Evangelio: Dios ha amado al mundo y ha hecho algo al respecto. Cualquier persona cristiana, sin distinción de su trasfondo cultural, deberá sentirse en casa en cualquier iglesia—sin importar los aspectos culturales—que proclame estas verdades.
Es indispensable tener esta dimensión porque si ésta falta, nuestro ministerio podría convertirse en un mero ejercicio de auto-afirmación o auto-castigo. Podríamos ser hallados sólo alimentando los más bajos sentimientos de nacionalismo o patriotismo en nuestro ministerio, como preparándonos para la guerra. O podríamos ser hallados sólo destruyendo nuestra propia identidad nacional y cultural con duras auto-críticas propias de un síndrome de identidad de minoría.
¿Sólo a vosotros ha llegado?—fe global en la iglesia local
El Evangelio traspasa todas las cercas y fronteras humanas y es capaz de transformar toda cultura humana cuando la cultura del instrumento apostólico no interfiere con el mensaje de las Buenas Nuevas. Las agencias misioneras deben tener un discernimiento responsable de la naturaleza del Evangelio, y de la cultura del misionero. Una cosa es el Evangelio que debe ser transmitido transculturalmente y otra muy diferente es la envoltura cultural en la que el Evangelio es transportado.
Los primeros cristianos tuvieron que lidiar con este tema en Hechos 15. ¿Debe vivirse el Evangelio en un solo contexto cultural y con una sola envoltura cultural? El Espíritu les guió hacia otra conclusión, y así nació una iglesia unida y diversa que atraviesa culturas. Fue un paso tremendamente significativo tomado con valentía por los cristianos judíos; ellos liberaron el Evangelio de sus ataduras culturales. Cuando los cristianos en Corinto mostraban una actitud de no escucharse unos a otros, el apóstol Pablo les envió esta pregunta poderosa: ¿La Palabra de Dios procede de ustedes, o solamente a ustedes ha llegado? (1ª Corintios 14:36). Es necesario escuchar a otros en su experiencia de JesuCristo y así formar un concierto global de voces diversas.
El Dr. Justo González ha acuñado el término kath’holico para referirse al significado original de la palabra ‘católico’, que hoy en día ha sido secuestrada por una rama poderosa y universal del cristianismo y ha sido usada de manera exclusiva, en oposición directa al significado original. Lo simplificaremos para pronunciarlo katajólico. Él apunta a la diferencia entre ‘universal’ y ‘katajólico’:
Si por alguna razón alguien llegara a ser rey de toda la tierra, ese reino sería universal, pero no católico, porque no sería “según el todo”. Este sentido de “kath-holicidad”, de ser “según el todo”, es el sentido original de la catolicidad, de la verdadera universalidad de la iglesia. Desafortunadamente, cuando hoy hablamos de “universalidad”, nos referimos más bien a la uniformidad: algo es “universal” porque es igualmente válido en todos los lugares y situaciones.

En América Latina, los Evangélicos en general y los Bautistas en particular hemos tenido una tendencia hacia el aislamiento y no la katajolicidad. Considerando el hecho que es prácticamente imposible que ignoremos o evitemos la presencia Católico-Romana, cualquier movimiento hacia enriquecer el ministerio pastoral tendría que tomar en consideración algunos elementos presentes en el catolicismo romano (especialmente después del Concilio Vaticano II) —no porque esos elementos sean católico-romanos, sino porque son katajólicos.
Sin embargo, generalmente se cree que todo lo que ha sido tocado por los católico-romanos es malo. Una familia dejó nuestra iglesia cuando comenzamos una serie de sermones sobre el Credo de los Apóstoles, argumentando que era precisamente eso lo que habían dejado atrás al renunciar al catolicismo romano. Quien trate de renovar y enriquecer el ministerio pastoral en América Latina seriamente usando estos tres criterios (contextualización sacerdotal, confrontación contra-cultural profética y el uso de recursos katajólicos) tendrá que enfrentar críticas y etiquetas. El usar la imagen de la cruz, observar la Cuaresma o el Adviento, usar el Padre Nuestro, estos son algunas acciones que pertenecen a la iglesia katajólica; sin embargo, cualquier iglesia que se mueva en esa dirección en México y en América Latina se expone a las críticas de las otras iglesias.
En la dimensión transcultural del ministerio estamos diciendo que pertenecemos a una iglesia y no a una secta herética. Admitimos humildemente así como también celebramos gozosamente que el Evangelio no es nuestra posesión exclusiva. Nos unimos con los cristianos alrededor del mundo y a través de todas las edades y somos grandemente enriquecidos por sus auténticas y diversas experiencias de Dios.

Dimensiones katajólicas del ministerio
En una de las visitas que hicimos en el programa de Renovación de la Iglesia fuimos a un centro comunitario en Brooklyn, Nueva York. Este centro tiene entre sus muy diversos proyectos un programa juvenil. Tienen una ‘capilla hip-hop’. Se nos dio un tour de la capilla. Estaba pintada con murales en las cuatro paredes del recinto, describiendo el arte callejero de las juventudes urbanas. Se nos presentó esta estrategia para evangelizar a los jóvenes de las calles. Nos explicaron que hay cuatro elementos en la cultura Hip Hop, que son: El D.J., los raperos, el break dance, y el grafiti. Estos cuatro estaban presentes en los murales. Pero no encontré nada particularmente cristiano en esa ‘capilla’. No había evidencia de la historia de Jesús en el arte de las paredes. La idea era ser sacerdotal, afirmar el contexto. Pero no criticarlo ni tampoco indicar ninguna conexión transcultural afuera del Hip Hop. Yo buscaba alguna narración gráfica de la historia de Jesús. No la había. Me sentí excluido.
El ministerio cristiano debe centrarse en el mensaje simple y único del Evangelio. Jesús es la luz del mundo que vino a nuestro mundo, como lo dice el primer capítulo del evangelio de Juan. Este mensaje es el mismo en todas las culturas. Dios amó al mundo e hizo algo al respecto. Al decir la historia de lo que Dios ha hecho como resultado de tal amor por el mundo, ahí está la evangelización. No es simplemente una afirmación de nuestro contexto por sí mismo, ni es solamente la destrucción ácida de nuestros tejidos culturales. Es el relato de la historia de Jesús como el Hijo del Hombre y el Hijo de Dios.
La tarea desafiante de asumirnos como katajólicos
Las iglesias evangélicas latinoamericanas todavía tienen el reto de asumir y reclamar para sí su identidad como parte de la iglesia katajólica. Las voces evangélicas de América Latina deben enriquecer el concierto global de alabanza, proclamación y reflexión teológica. Además, debemos estar abiertos a la fertilización cruzada de recursos interculturales, motivos transculturales, temas y símbolos que proclaman en palabra y en diseño la historia de Jesús.
Hemos construido nuestra identidad principalmente en la negación del catolicismo romano y esto nos ha afectado negativamente. Hay terrenos comunes que nos hacen parte de una iglesia más grande, katajólica, y no parte de una secta. La recitación periódica y la reflexión sobre el Credo de los Apóstoles nos hará más conscientes de nuestras similitudes con otros cristianos más allá de líneas culturales, nacionales y denominacionales. Debemos usar el Padre Nuestro ya sea en sermones, cantos u oraciones. Las Bienaventuranzas, los Diez Mandamientos, todos son recursos de la iglesia katajólica, y deben estar presentes en nuestros ministerios.
Necesitamos continuar en el ministerio pastoral que desde hoy y hasta el futuro pueda ser guiado por los tres criterios. Que sea ministerio pastoral sacerdotal, identificado con el pueblo. Que sea ministerio pastoral profético, acentuando la denuncia y el anuncio valiente a formar parte del reino de Dios. Que sea ministerio pastoral katajólico, y no trabajo activista para una secta. Oramos y trabajamos por la renovación de la iglesia en su relación con Dios y con el trabajo misionero de Dios en el mundo.
Que nuestro testimonio fiel del Dios encarnado en JesuCristo ayude a nuestra gente a encontrar al Dador de la Vida y que ya no esté buscando, palpando en la oscuridad, con una fe que sea suya tanto localmente como globalmente. Amén.



Estamos en contacto: sierracavazos@gmail.com

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