Seguro

Seguro
Rom. 8:28-39

La seguridad es otra de las necesidades básicas del ser humano. Y ésta sólo puede ser encontrada en Dios.
Por cierto que esta palabra no aparece en la Biblia. Pero hay otras palabras y conceptos relacionados que si se utilizan. Algunas de dichas palabras son: Paz, certeza, confianza.
Primero que nada definamos la seguridad. Ésta es un estado emocional y espiritual de certeza y paz.
Y algo que nos tiene que quedar muy claro es que la seguridad, tal como la entendemos, es decir, la certeza de que nada malo nos va a suceder no existe. O cuando menos no es real. El sufrimiento es inherente a la vida, los accidentes ocurren, el mal existe, todos nos enfermamos y los problemas son resultado de las malas decisiones o el pecado.
También debemos recordar que Dios no ha prometido que no habría dolor. Ha prometido paz, certeza, su presencia, pero nunca la ausencia de problemas, es más los da por sentado:
En el mundo tendréis aflicción…
Por eso el hombre o puede encontrar seguridad, porque busca algo que no existe. Jesús dijo:
La paz os dejo, mi paz os doy;
yo no os doy como el mundo la da.
No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo.
Jn. 14:27
Dios nos ofrece su paz. Ésta es una paz que sobrepasa todo entendimiento, pues no depende de las circunstancias, depende de la fidelidad de Dios es nuestra vida. Y si de algo podemos estar seguros es de Dios.
¿Qué tenemos que hacer para gozar de la seguridad de Dios, es decir, de su paz en nuestra vida?

I.- Párate en la realidad del propósito de Dios para tú vida.
Como decíamos al principio. Dios da por sentado la venida del dolor y los problemas a la vida del ser humano. Por eso es que su palabra nos insta a aceptar la realidad. Y sobre esa realidad nos hace una promesa: Todas las cosas nos ayudan a bien…a los que conforme a sus propósitos son llamados.
Esta es la realidad sobre la que debemos poner nuestros pies: Dios tiene propósitos.
Muy por encima de la realidad de los problemas, el dolor y las circunstancias adversas, esta la realidad del propósito divino; para el cual, los problemas, son escalones para llegar a la meta: ser semejantes a Jesucristo.
No temas a las situaciones difíciles, ellas nos ayudan a alcanzar la meta divina de formarnos a imagen y semejanza de Jesucristo. Por eso Santiago llama bienaventurados a quienes soportan la prueba.

Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna. Sant. 1:2-4

II.-Aférrate a tu destino con Dios.
Para disfrutar la paz de Dios tiene que tomar con firmeza las promesas divinas. Las promesas de Dios, su declaración de destino, son las sogas que te sostienen en tu ascensión hasta la meta. Las circunstancias jamás nos proporcionaran seguridad, cuando menos no una seguridad duradera. Pero las promesas de Dios si. Aún en medio del dolor, los problemas y la oposición, su Palabra da certeza, paz, seguridad.
Toma en tus manos cada una de las promesas divinas. Ten siempre presente que Dios ha sellado tu destino:
• Dios te ha llamado… a ser su hijo, él e ha apartado para sí.
• Dios te predestinó… ha ser como él, ser su familia.
• Dios te justificó… te ha liberado de todo pecado y culpa
• Dios te glorificó…ha sellado0 tú destino con él…independientemente de lo que aquí te suceda.

¿Podrá el dolor, los problemas y las circunstancias cambiar nuestro destino?
Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?

III.- Zarpa a la aventura con Dios.
Así que si Dios esta a nuestro lado, ¿que debemos temer?
Jehová es mi luz y mi salvación;
¿de quién temeré?
Jehová es la fortaleza de mi vida;
¿de quién he de atemorizarme?
Sal. 27:1
Embárcate con Dios en la aventura de la vida. El temor y al inseguridad no tienen cabida en la vida del creyente, porque Dios llena su vida.
El apóstol hace una larga lista de todo aquello en lo cual ya somos vencedores:

¿Quién nos separará del amor de Cristo?
¿Tribulación, o angustia,
o persecución, o hambre,
o desnudez, o peligro, o espada?
ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades,
ni lo presente, ni lo por venir,
ni lo alto, ni lo profundo,
ni ninguna otra cosa creada
nos podrá separar del amor de Dios,
que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

La vida es una aventura, no sabes lo que te depara a la vuelta de la esquina. No sabes que sucederá el día de mañana…o en los próximos segundos. Pero con Jesús a nuestro lado sea lo que sea es lo mejor, pues su voluntad es buena, es perfecta…es agradable.
Descansa en Dios, sólo en él tendrás seguridad: Párate sobre la realidad de su propósito.
Aférrate a tu destino.
Zarpa a la aventura de la vida con Dios.


Moisés Rodríguez Hernández
I. B. Horeb de Monterrey, N. L.
5 de Julio de 2009

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