Seguro Económico

Seguridad Económica
Prov. 10:22

El ser humano necesita seguridad. Se sabe frágil. Se sabe presa fácil de las circunstancia. Y en busca de esa seguridad ha llegado a creer que el dinero se lo puede dar.
¿Y por que no? Se justifica. Con dinero se puede comprar comida, pagar médico y medicinas, tener una buena casa con todas las comodidades, tener el mejor sistema de alarmas o pagar guardias de seguridad, pagar la mejor universidad, tener un buen automóvil, tener amigos y conquistar a quien uno desee… Cuando menos eso es lo que se dice para convencerse a sí mismo y ocultar el miedo que le corroe el alma y no le deja dormir.

Dios es el único que da seguridad. Él te puede dar libertad y seguridad financiera. Su palabra dice:
La bendición de Jehová es la que enriquece,
Y no añade tristeza con ella.
Prov. 10:22

I.- Trabaja con empeño. Prov. 13:4
Dios bendice el trabajo. Así lo dice la palabra de Dios, así lo testifica la historia bíblica y así lo prueba la experiencia humana.
Y hay que entender que por un lado es la consecuencia natural de las acciones: si una persona trabaja, luego entonces obtiene un beneficio de su trabajo. Si se siembra se cosecha, si se echa la red, un pez quedará atrapado.
Pero lo más importante es que Dios es quien da la prosperidad, es Él quien permite que el trabajo fructifique en abundancia. Es por eso que hay quienes trabajan y trabajan y nunca prosperan, Dios no ha bendecido el fruto del esfuerzo. Así que no todos los que trabajan son prosperados. Cuando esto sucede hay que detenernos a examinar nuestra vida, pues Dios esta tratando de decirnos algo. Pero invariablemente todos los que prosperan son personas que se esfuerzan en lo que hacen.
Aunque Dios puede hacer descender pan del cielo, en primera instancia espera que seamos personas trabajadoras.
Un ejemplo actual del trabajo bendecido es el caso del estado de Israel, que ha hecho del desierto un vergel.

II.- Administra con sabiduría. 1 Re. 3:10-13
De la mano con el trabajo, esta el uso de la sabiduría para la apropiada administración de los recursos otorgados por nuestro buen Dios.
El dinero en sí mismo no resuelve los problemas económicos, es necesario que dicho recurso sea aplicado con sabiduría a las necesidades presentes y futuras.
Tanto José, como Salomón son hombres sabios a quienes Dios bendice con prosperidad a su administración. Dicha bendición no se limita a su persona, sino que miles de personas, y aún naciones, son beneficiadas por la sabia administración de los recursos.
Otro gran ejemplo de sabia administración es la mujer virtuosa descrita en Prov. 31.

III.- Comparte con generosidad. Prov. 11:24
Dios bendice la generosidad. De hecho, el compartir, es uno de los propósitos de los recursos que Dios nos ha confiado.
Por eso entre las instrucciones que recibe el pueblo de Israel esta el mandato de ser generoso (Lv. 19:9-10).
Tan importante es para Dios, la generosidad, que en el “presupuesto” de nuestro Salvador y sus discípulos había “una partida” para los pobres (Jn. 13:27-29)
Y es tan natural para el pueblo de Dios, que uno de los primeros ministerios que la iglesia desarrollo fue un ministerio de asistencia a las viudas (Hechos 6)
Y el apóstol Pablo recordaba a las iglesias que nuestro Maestro enseñaba que era “mejor dar que recibir” (Hchs. 20:35)
El acto mismo de dar es un privilegio. Así lo comprenden las iglesias de Macedonia que en medio de su profunda pobreza dan más allá de sus posibilidades, causando admiración en el apóstol Pablo, quien les había “considerado” y no les había solicitado al ofrenda para los santos. (2 Cor. 8:1-5)
Es muy fácil caer en el engaño del diablo y procurar ”ahorrar”, reteniendo nuestra mano al necesitado. Y es que parece “lógico”: si no doy, tengo más. Pero las matemáticas divinas no funcionan así. Dios multiplica a quien generosamente comparte su bendición. Dios ama al dador alegre, Dios bendice al generoso:
El que siembra escasamente,
también segará escasamente;
y el que siembra generosamente,
generosamente también segará.
2 Cor. 9:6

IV.- Honra a Dios con fidelidad. Prov. 3:9-10
Y por supuesto, no podemos olvidar la base misma de la seguridad económica: nuestra fidelidad a Dios.
Dios bendice a quien le honra con sus bienes. Dios bendice a quien le reconoce como Señor de toda su vida y le entrega el control de sus finanzas. Dios bendice al fiel ofrendador, a quien, con corazón sincero, entrega en las manos de Dios su confianza y futuro.
Muchas son las promesas de Dios en este sentido, tan sólo recordaremos la que nos es más conocida:
Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.
Mal. 3:10

Dios es el único que puede darte seguridad económica. Pero ten presente que el dinero no lo es todo. El dinero es tan sólo un recurso, un instrumento que Dios espera uses para bendición. Y la base de dicha seguridad no es la abundancia de recursos, sino una relación de amor con nuestro buen Dios que desea manifestarse en nosotros y a través de nosotros. Por eso:
Trabaja con empeño
Administra con sabiduría
Comparte con generosidad
Honra a Dios con tu fidelidad

Moisés Rodríguez Hernández
I. B. Horeb de Monterrey, N. L.
19 de Julio de 2009

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