Luchando por la bendición

LUCHANDO POR LA BENDICIÓN.
Génesis 32:22-32

Hay inventos útiles y otros, que si bien es cierto, no sirven para nada, no dejan de despertar curiosidad. Uno de ellos, en particular, siempre me ha llamado la atención. Se trata de la "máquina del tiempo", concebida por un hombre en Francia, en el siglo XVIII. Después de muchos desvelos y días inagotables de trabajo constante, presentó al mundo su propuesta: Era una cápsula de madera. En su interior cabía una persona, sentada. La lógica de su funcionamiento era sencilla, según explicaba el inventor. Mediante un ingenioso artificio de ruedas y engranajes, el aparato giraba en el sentido contrario a las manecillas del reloj.
Su autor razonaba que si la tierra se mueve en determinada dirección, y lo ha hecho así por años dando lugar al concepto de tiempo, al crear un dispositivo que lo hiciera, pero al revés, quien se introdujera en el aparato retrocedería días, meses, años... Por supuesto, dicho fenómeno propio de la inventiva de autores de ciencia ficción, jamás ocurrió. Quienes participaban en el experimento, terminaban mareados. Nada más. El tiempo seguía su avance inexorable.
¿Cuántos de nosotros quisiéramos retroceder los tiempos?¿Tener la oportunidad de no cometer los errores que nos trajeron nefastas consecuencias?¿Evitarle dolor a los demás con nuestras malas actuaciones. Pero por mucho que nos esforcemos, no podemos ni retroceder lo ocurrido, ni evitar las consecuencias que se desprenden de nuestras fallas y pecados. La solución radica entonces en medir las consecuencias de lo que hacemos... y enfrentarlas cara a cara con Dios para buscar su restauración en nuestras vidas.

El propósito de que Jesús viniera a este mundo para revelar a Dios era ofrecer bendición a las personas. Jesús lo dijo con claridad: “Yo he venido (de parte de Dios) para que tengan vida, y vida en abundancia. Desde Abraham, el padre de la fe y el servicio, esto es evidente, en Génesis 12 aparece la palabra bendición 5 veces y es la palabra dominante y clave para entender el porqué Abraham deja su casa y parentela y se pone en camino a una lugar que todavía no tiene claro cuál es. En Abraham serían bendecidas todas las familias de la tierra, de ahí en adelante la vida de Abraham es la historia de la bendición que comprende la libertad del trabajo estéril (Génesis 3:17), del vagar angustioso de aquí para allá (Génesis 4:11ss), de la esclavitud que degrada (Génesis 9:25) y de la confusión destructora de los pueblos (Génesis 11:1 ss)

La palabra para bendecir en hebreo es: Barak, el significado fundamental es dotar de fuerza curativa. Dios (plano vertical) prometió a Abraham una sucesión de generaciones que serían de bendición al mundo. Y en el plano de los hombres (horizontal), la bendición produce la paz y la tranquilidad, seguridad ante los enemigos, la felicidad y la salud por la presencia de Dios en medio de ellos. En griego es Eulogeo.

La lucha de Jacob en esta bendición es por LA BENDICIÓN, y vemos en este pasaje las CONDICIONES PARA OBTENERLA:

I.- EL ARREPENTIMIENTO
“No soy digno de todas las muestras de bondad y lealtad que has tenido conmigo, tu siervo”
Génesis 32:10

Una buena pregunta: ¿Era ya creyente Jacob en este capítulo? La opinión de los comentaristas esta dividida. Algunos dicen que no, que en esta experiencia fue su nuevo nacimiento. Otros dicen que si era creyente, pero que era un creyente que quería hacer las cosas a su manera. Yo me inclino por esta segunda.
Jacob era ya un creyente con una gran promesa, de hecho su oración esta basada en esas promesas, pero no había desarrollado el carácter que Dios quería en ese momento de su vida. No tenía una espiritualidad verdadera. Es evidente que por sus muchas experiencias dolorosas, Jacob se dio cuenta de que la mayoría de ellas eran porque había hecho las cosas en sus fuerzas y a su modo. En Jacob había un potencial maravilloso que no se había manifestado en su vida personal y en la de los que le rodeaban, hasta ese día en adelante.

Los mensajeros que había enviado con presentes para reconciliar a Esaú, habían regresado precipitadamente, y con malas noticias, Esaú venía a su encuentro con 400 hombres. Jacob sintió mucho miedo, y con justa razón, estaba en peligro su vida y la de su familia, sus bienes ganados con mucho esfuerzo los últimos 6 años. Había ya “quemado los barcos”, no había ya posibilidad de dar marcha atrás. Sólo le quedaba la alternativa que había decidido; Buscar la bendición de Dios

Pero para eso se tiene que ejercer arrepentimiento. Y contrario a lo que muchos piensan el arrepentimiento NO es una EMOCIÓN, sino una ACTITUD que lleva a acciones específicas. El verbo hebreo es SHUB, y el griego es metanoeo. Y ambos significan “Cambiar el pensamiento de uno”. La palabra describe a alguien que va siguiendo un camino, pero en un momento decisivo, da la vuelta en sentido contrario.

Tal vez usted ha tenido la experiencia de ir manejando por una calle en sentido contrario. Cuando ve un auto que viene en dirección suya, ¿Qué hace? Pues da la vuelta en “U” para evitar un accidente. De la misma manera. El arrepentimiento admite el fracaso y provoca un cambio de dirección. El tema del arrepentimiento no es muy popular en estos días, y la causa es que se requiere confrontar el pecado honestamente, y a nadie le gusta que le indiquen sus faltas. No obstante no reconocer el pecado puede acarrear consecuencias mucho más severas que ir en sentido contrario por una avenida. ¿Qué hay si no me arrepiento? Solo queda la culpabilidad delante de Dios.

Jacob ya había enviado a su familia y bienes al otro lado del arroyo…y se quedó solo. Allí en la soledad meditó en el pasado, pensó en el futuro y sintió la maldad de aquellos motivos que le habían movido a hacer lo que hizo, vio el triste fracaso que era su vida así. Paso por la mente de Jacob el engaño a su anciano padre, su conducta incorrecta hacia Esaú, su hermano, sus engaños a Labán, la debilidad de su carácter por permitir que su madre lo manipulara. Se le reveló toda la maldad de su corazón y de su vida, como si un relámpago hubiera iluminado los lados oscuros de su alma. Se declaró indigno. Una confesión así muestra mucha amargura de espíritu, y un corazón afligido por el sufrimiento del alma, que muestra su arrepentimiento y busca el perdón de Dios. ¿Perdonara Dios a JACOB todo lo que ha hecho mal?

“Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios. Hablad según el corazón de Jerusalén; decidle a voces que su tiempo es ya cumplido; que su pecado es perdonado; que doble ha recibido de la mano del SEÑOR por todos sus pecados” Isaías 40:1-2
Perdonado (Hebreo ratsah)– “Estás perdonado.” ¿Qué viene a tu mente cuando escuchas esas palabras? ¿Piensas en un prisionero cuya culpa es apartada? ¿Piensas en un deudor cuya deuda ya no tiene que pagar? Si estas son las imágenes que se aglomeran en tu conciencia, te voy a decir que falta algo más en tu comprensión. La iglesia contemporánea cristiana ha colocado tanto énfasis en el lado del perdón que tiene que ver con el pago de la deuda y con la liberación del prisionero que ya no comprendemos lo que está enterrado dentro de la palabra hebrea ratsah. Pero deberíamos.
De hecho ratsah no tiene que ver con prisioneros ni con deuda. Se trata del deleite y favor de Dios. Su significado básico es “estar complacido con, gustar de, encontrar algo bueno o placentero.” Los sinónimos son extensos, cubriendo el amor, el deseo, la voluntad, conocer (yada), salvar, entregar, honrar, estar inclinado hacia y complacer. ¿Notaste que el perdón no es una de sus características principales? En hebreo, el pensamiento no es que Dios borra la deuda o libera al prisionero. Es que Dios una vez más se deleita con nosotros.
En el pensamiento hebreo, el placer de Dios hacia mí es fundamental para mi existencia misma. Si Dios NO se deleita en mi, tengo graves problemas. Mi destino, y el destino de la familia de hijos de Dios, dependen del favor deliberado de Dios. Cuando Dios se deleita en nosotros, actúa a favor nuestro, restaurando la relación dañada y protegiendo y proveyendo para Sus escogidos. En griego la palabra “Eulogeo” significa hablar bien de alguien.
Lo que esto quiere decir es que este versículo tan famoso debería leerse de otra manera. Al traducir rasah como perdón, remover o quitar, perdemos el punto que el deleite y el favor de Dios está detrás de Su proclamación. Probablemente deberíamos leer este versículo “su iniquidad ha sido propiciada.” Propiciar, es, quizás, una palabra con la que no estás familiarizado, a pesar que hace unos cien años era jerga religiosa común. Contrario a la definición usual del diccionario, en términos bíblicos significa, “restaurar a una condición anterior.” Esto no es lo mismo que aplacar o expiar, pues esos términos están relacionados con pago y restitución. Lo que la Biblia tiene en mente tiene que ver con las relaciones, no las deudas.
Eso dice, Dios ahora mira a Israel con favor. Una vez más se inclina hacia ella. Ella lo complace. ¿Porque? Porque el tiempo de su castigo ha pasado. Israel ha sufrido lecciones duras y esta lista para regresar a las obligaciones del pacto. Y eso deleita a Dios.
¿Notaste también que Dios es el agente activo en ambas caras de la moneda? Dios provoca el castigo correctivo. Cuando no se deleita, toma acciones para causar los cambios requeridos. Dios también es Quien termina su corrección. Cuando observa que Su programa correctivo ha cumplido su propósito, anuncia la renovación de Su deleite. El enfoque de este versículo no está en nosotros, ni sobre los hijos de Israel. El enfoque es sobre la acción y reacción de Dios. ¿Perdonados? Si, seguro. Pero aquí hay más que perdón. Hay un cambio en el favor de Dios – un cambio que debemos recibir si tenemos deseos de vivir aun un poco.

Algo que tenemos que aprender: la espiritualidad no será dada a un rebelde. Algunos “siguen” a Cristo por conveniencia. Le convierten en un bote salvavidas que le lleve a la playa. O también en un guía que le encuentre cuando ande perdido. Reducen a Jesús a un gran amigo que le ayude cuando esta en problemas. Pero este no es el seguimiento que describe la Biblia.
Jehová es el Señor y cuando una persona esta dispuesta a hacer la voluntad del Señor, se arrepiente y la verdad comience a penetrarle, y este dispuesto a decir: “La haré aunque me vaya la vida en ello” Por el arrepentimiento es negarse a hacer la propia voluntad, para hacer la de Dios. Antes de que la Palabra de Dios pueda significar algo para mí debo obedecerla. La espiritualidad no se dará a un rebelde que no este dispuesto a que la luz del señor ilumine su vida. Si se esta en franca desobediencia contra Dios, no se puede (ni se debe) esperar bendición de él.

SIN ARREPENTIMIENTO COMPLETO NO ENCONTRARIA PAZ. Guillermo Dawson refirió una cierta ocasión esta historia para ilustrar cuan humilde debe de mostrarse el alma antes de que pueda hallar la paz. Dijo que en unos cultos de avivamiento, un jovencito que estaba acostumbrado a las peculiaridades de los metodistas, dijo a su madre al volver de uno de los cultos: -Madre, don Fulano de Tal, esta arrepentido y buscando la paz con Dios; pero no la encontrara esta noche. Y pregunto la madre: -¿Porque dices eso, hijo?-Porque solo tenia doblada una rodilla, madre; y no hallara la paz mientras no doble las dos. Y en verdad, mientras la convicción de pecado no nos humille por completo, y hasta que perdamos toda confianza en nosotros mismos no podremos hallar al Salvador.

Por ello no nos debe extrañar que la primera condición para obtener la bendición es el arrepentimiento.

II.- Segunda condición: LUCHAR HASTA OBTENERLA
“Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba. Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices” Génesis 32:24-25.
Desde el momento de su nacimiento Jacob esta luchando, en el vientre hay gemelos, y desde ahí esta la lucha por salir, finalmente es Esaú el que sale primero, pero enseguida viene Jacob, tomado del tobillo de su hermano como para detenerlo. No lo logra, pero el propósito de Dios es quien vence finalmente, es a su madre a quien Dios le dice: “El mayor servirá al menor”. Palabras que la madre transmite a su hijo, y es su hijo quien lucha para conseguir tan anhelado propósito.
La primera lucha es por la primogenitura. ¿En qué consistía? No en bienes materiales, por lo que vemos Esaú, el que la perdió, tenía más posesiones que Jacob. No era tampoco inmunidad a los problemas y sufrimientos. Cuando Jacob obtuvo la primogenitura, entonces le sobrevinieron todos los males y problemas que se puedan pensar. Tuvo que salir de casa sin nada, ir a un lugar desconocido, cayó en manos de un tío que le quito los mejores años de su vida haciéndolo trabajar para él.
¿Por qué pues deseaba la primogenitura Jacob con pasión? Porque era una herencia espiritual. Le daba el derecho de ser el sacerdote de la familia. Y le convertía a él es un eslabón dentro del linaje través del cuál el Mesías Salvador del mundo vendría a este mundo

En la soledad de la noche Jacob se dio cuenta que tenía a su lado a un misterioso combatiente que lo obligo a luchar con él, aquella lucha duró hasta el amanecer. El combate requirió esfuerzo físico, al terminar el combate, el Ángel toco su cadera y se la disloco, al final de la lucha Jacob estaba cojo. El pueblo de Israel recuerda esta lucha absteniéndose de comer el tendón de los animales que corresponde al muslo de Jacob. Aunque la lucha requirió esfuerzo físico, era más espiritual, recordemos que fue el Ángel el que comenzó la lucha: “Y luchó con él un varón”. Era el Ángel el que tenía una controversia con Jacob, quería quebrantarlo en su autosuficiencia para siempre, para sacar el potencial que estaba detenido en su hijo Jacob.

¿A usted no le ha salido al encuentro este combatiente aún? ¿No ha sentido un sagrado descontento consigo mismo por no ser lo que Debe ser, lo que Dios planeo para usted?. Estas luchas internas del alma no viene de nuestra carne, sino de Dios, Dios es quien quiere limpiar nuestro interior, quiere luchar con usted.

Al principio Jacob prevaleció “Y el varón vio que no podía con él…”, aunque no era muy fuerte físicamente, Jacob no estaba dispuesto a someterse fácilmente. Así también nosotros resistimos el amor de Dios; y Dios sabe, con tristeza, que no puede prevalecer contra nosotros, sin tomar fuertes medidas que no nos dejen más alternativa que ceder. Entonces el Ángel le tocó en la articulación del muslo. Cuando Dios se propone bendecir toca lo que usamos para oponernos a él. Ante este toque, “eso” se encoge y debilita, a Jacob le dejó una cojera para el resto de su vida. Recuerde que el tendón nunca se encoge, sino bajo el toque de la mano de Dios, y es un toque tierno de un Padre Amoroso. Por eso los planes que se le oponen son abandonados. ¡Si usted todavía se le está oponiendo a Dios, apúrese a ceder, no sea que le sobrevenga algo peor!
Jacob quedó cojo por el resto de su vida y aquella cojera le recordaría permanentemente que nunca volviese a buscar el cumplimiento de las promesas basado en su propia fuerza y por sus propios medios.
Entonces Jacob dejó de resistirse y se tomó del Ángel. Estaba amaneciendo y el ángel quería partir; ¡pero no podía porque Jacob estaba firmemente agarrado de él!. La petición de que lo dejará ir muestra que cuanta tenacidad se agarró Jacob para buscar apoyo y restauración.
Fue una lucha en la cual estaba envuelta la totalidad del ser de Jacob: física, emocional, intelectual y espiritual. Sin involucrarse totalmente en la lucha es difícil que Jacob hubiera tenido la experiencia transformadora que le llevó a una dimensión nueva de espiritualidad
Cuanto necesitamos esos “golpes santos” de Dios para hacernos conscientes de su presencia, de sus promesas, de su futuro asegurado en nosotros. La Iglesia de hoy no necesita tanto arreglar su doctrina, es tan religiosa y tan ortodoxa como los legalistas del Nuevo Testamento, lo que necesitamos es una pasión por Dios que se nos “salga por los poros”, necesitamos ese amor por Dios que traiga torrentes espirituales de bendición, vientos de cambio y de auto negación.
Necesitamos esos “golpes santos” que nos hagan cojear, que dejen una herida en nuestro espíritu, herida que nos mantenga siempre dirigiéndonos hacia él. De esa manera la tierra y sus “cosas” perderán su valor y el cielo se nos hará más cercano, a medida que nos movamos hacia Dios.
Volvamos en sí y digamos al Padre: ¡Abba! He sido un (a) irresponsable, un creyente infantil, más preocupado en ser feliz que en ser santo. ¡Abba! Hiéreme haciéndome sentir mi propia pecaminosidad, crea en mi pasión por los desamparados y necesitados, mantenme ocupado en ti y en tus cosas siempre…”
¿Por qué debemos de luchar? Porque nos va la vida en ello.

ES CUESTION DE VIDA
Una persona cuenta lo siguiente: “Durante mis vacaciones estaba yo veraneando en una costa pintoresca cuyas peñas bañan sus pies en el mar, y ofrecen cuevas preciosas en que puede uno disfrutar a sus anchas, al abrigo del calor, las bellezas y el esplendor del Océano. Cierto día, absorto en la lectura de un libro, había permanecido mucho tiempo a la entrada de una de esas cuevas, sin pensar en el flujo de la marea que iba subiendo. De repente noté que era preciso no sólo dejar el lugar sino irme corriendo para librarme de un baño forzoso, y tal vez de ser pasto de los peces. Las puntas diseminadas de la roca iban desapareciendo. El agua subía rápidamente y pronto todo estaría cubierto hasta el pie de la larga pared perpendicular de roca, por la cual era imposible trepar. No había que perder un momento y sin vacilar partí como una saeta. Pero acordándome de que mi libro había quedado en la cueva hice alto para volver atrás, cuando llegó a mis oídos este grito: “Corra usted ¡por su vida! No hay un instante que perder.”
Obedecí, y dejando mi tesoro corrí otra vez para salvarme. La lucha contra las olas y la arena inundada empezaba. El viento soplaba también y me daba con fuerza en el rostro. Mi sombrero se escapaba; maquinalmente traté de asegurarlo en mi cabeza. La misma voz exclamó: “¡Déjelo todo! No piense sino en salvar su vida.” Lo abandoné al viento...Mis botas se iban llenando de agua; se hicieron tan pesadas que me arrastraba en lugar de saltar. Mis fuerzas se iban agotando. Más estridente oí la voz “¡Déjelas; quíteselas!” Logré quitármelas, y poniéndomelas bajo el brazo eché a correr.” ¡No! ¡Tírelas! Es cuestión de vida.” Las dejé caer y seguí. Los guijarros me laceraban los pies y me manaba la sangre; sentí que no resistiría mucho y grité: “¿Qué haré?” “Ya voy”, dijo la misma voz, y un brazo robusto cogió el mío. El amigo desconocido me ayudó y juntos subimos la roca. Pronto me hallé en lo alto del peñasco respirando con fuerza y considerando el tremendo peligro del que acababa de salvarme; esto me hizo pensar en el peligro de la condenación divina a que están expuestas nuestras almas. ¿Qué es menester hacer para salvarse? Creer en Cristo y confiar en Dios.

Jacob abandona su postura de resistencia y se toma del Ángel como lo haría un hijo asustado tomaría a su padre. En la historia de las almas desgarradas es el momento más feliz, momento en el que se permite que ambos brazos de Dios se posen sobre nuestra espalda. ¿Ha llegado usted a este punto de rendición?
Cuando en la batalla el vencido saca la bandera blanca, va más allá del símbolo de paz, es el símbolo de ¡Rendición! Si aún no lo ha hecho permítale que hoy Dios le toque en ese “”tendón” que lo hace resistirse; pídale que lo toque para que ya no pueda ofrecer más resistencia, entonces descubrirá la TRIPLE BENDICIÓN que ha preparado especialmente para usted:

III.- Tercera condición para obtener la bendición: CAMBIOS REALES
“Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido” Génesis 32:27-28

¿Cómo no va a haber cambios reales después de la triple bendición?
1. El cambio de nombre. En los tiempos bíblicos no se ponían nombres a las personas porque sonarán bien, o por capricho, sino de acuerdo con la personalidad del bebé. Cuando Jacob pide la bendición del Ángel, el ángel le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Él respondió: Jacob. Era tanto como decirle, por naturaleza soy tramposo y suplantador, es confesar: Soy pecador.
El varón le dijo: “No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel”. Este nombre significa “Príncipe de Dios”. El cambio de nombre indica cambio de personalidad, de carácter, o mejor de naturaleza. Se recibe una nueva naturaleza; Jacob, el hombre antiguo, queda ahora revestido con el nombre y la naturaleza de un príncipe. Y sólo hay un camino para el principado, el camino del rendimiento absoluto y fe absoluta en el Rey que le ha hecho príncipe.
El suplantador y engañador fue hecho príncipe, se le dio un nombre nuevo porque era un hombre nuevo, este momento fue el punto culminante en la vida del patriarca, a partir de ese momento Jacob nunca más engañó a nadie ni mintió, aunque tuvo que sufrir la falsedad y el engaño de otros. De Israel salieron las 12 tribus, descendientes de sus 12 hijos

2.- Poder. En 32:32, dice “porque has luchado con Dios y con los hombres y has vencido” Muchos son los que suspiran por el poder, pero ese poder verdadero sólo fluye del Creador. La persona que quiera tener poder con los hombres, primero debe tenerlo con Dios; y sólo podemos tener el poder de Dios, cuando haya fracasado nuestra propia fuerza y quedemos cojos, ¡Que Dios doblegue nuestro tendón para poder obtener la fortaleza que sólo viene de él!

3.- Una visión celestial. Dice Jacob: “Vi a Dios cara a cara”. El precio a pagar para obtener la espiritualidad es alto, pero vale la pena pagarlo, el ver a Dios “cara a cara” compensa cualquier sacrificio. Los beneficios son supremamente grandes que no vale hacer comparaciones.

Al final de cada culto en el A. T el sacerdote impartía la bendición:

“El Señor te bendiga y te guarde; el Señor te muestre su rostro radiante y tenga piedad de ti; el Señor te muestre su rostro y te conceda la paz” (Números 6:24-26)
El proceso de la bendición de Jehová se caracteriza como iluminación o elevación de su rostro (panim). Rostro apunta al aspecto del ser de Dios que se vuelve a la persona en una inclinación amistosa. Entonces significa inclinación amorosa y amistosa de Dios hacia la persona. El contenido de la bendición resalta los conceptos de conservación, protección y gracia derramada.
Algo que debemos comentar, el sacerdote no Dios da la bendición, los verbos usados están en imperfecto cohortativo, no en indicativo, se trata de un deseo de ser bendecido. El sacerdote sólo puede desear la bendición de Dios, y únicamente Dios es el que dispone si se da o no se da.

“Vi a Dios cara a cara y fue librada mi alma” Esta es la cuestión de la espiritualidad, el luchar contra uno mismo para alcanzar el amor de Dios, para convertirnos en miembros dignos de su realeza, eso nos permitirá ver a dios “cara a cara” y esto es el anticipo del cielo, el mayor y el mejor. Es en este momento de su vida que Jacob, ahora Israel avanzó a un nuevo nivel espiritual. No obstante debemos recordar que una cosa es avanzar en ese nivel y otra es mantenernos en él. Algunos cuando logran un avance, se aferran a él y siguen con la bendición; otros, después de disfrutarlo por un momento, se echan atrás.

La lucha de Jacob en esta bendición es por LA BENDICIÓN, y vemos en este pasaje las CONDICIONES PARA OBTENERLA:

I.- EL ARREPENTIMIENTO
II.- Segunda condición: LUCHAR HASTA OBTENERLA
III.- Tercera condición para obtener la bendición: CAMBIOS REALES

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